19 AOûT 2016 El cine de verano se repite a sí mismo Crítico cinematográfico He de decir que para mí todos los veranos son distintos y me llenan de ilusión, siempre y cuando no esté dentro de una sala de cine. El ir a ver una película es un plan que, al margen del trabajo, ya no me va. Prefiero hacer otras cosas más divertidas, como darme un chapuzón en la piscina. Siempre será mejor que quedarse encerrado en caso viendo por televisión cómo otros nadadores luchan por las medallas olímpicas en Río. Haciendo memoria, creo que en realidad el cine de verano nunca me ha gustado, debido a que no participaba de la buena acogida que solían tener las proyecciones al aire libre, entre otras cuestiones porque todo lo que hay alrededor de la pantalla, sobre todo el cielo estrellado, te distrae. Tampoco era feliz en la época de las reposiciones veraniegas, cuando te repetían películas que ya tenías requetevistas. Hoy en día el problema no es ambiental, porque los cines disponen de un potente aire acondicionado, y se está de maravilla al fresco en la sala oscura cuando afuera aprieta la calor. Es de mercado, pues la oferta se limita en mayor medida a “remakes”, relanzamientos o continuaciones de interminables franquicias. Todo es más y más de lo mismo, sin que la industria proponga nada novedoso o refrescante, y así un verano tras otro.