15 MAI 2017 En el macizo de Aiako Harria en busca de la cascada de Irusta Los ríos, arroyos y regatas, sean pequeños, grandes o modestos, con aguas abundantes o reducidas, embellecen todos nuestros paisajes naturales. Son un complemento imprescindible en nuestras escapadas a las montañas. Algunos tienen itinerarios desconocidos o secretos y otros muy domesticados por la mano del hombre en el afán de facilitar el encuentro sin problema alguno. Hay muchísimas rutas para conocerlos, un filón de propuestas que sirven para salirse de la práctica tradicional. Una de ellas es el río Aitzondo, una fuente acuífera que nace en el macizo de Aiako Harria y desemboca en el Bidasoa, cerca de su desembocadura. Pero lo más atractivo es que este arroyo o río poco caudaloso después de nacer, salta bruscamente al vacío, desde el llano de Meazuri, para formar una espectacular cascada conocida como Irusta. Con las dos excursiones que publicaremos en estas mismas páginas, el lector de Mendia puede ir a su descubrimiento. He aquí la primera. La cascada de Irusta está escondida y hay que acercarse a ella para disfrutar del espectáculo. Se encuentra en un espacio natural Orinoco-amazónico, muy exuberante, y forma una estrecha garganta en un mundo de soledad y silencio entre altos riscos rocosos. Al final de la grieta el excursionista se topará con el agua que cae con gran estruendo por una perpendicular pared. El excursionista iniciará esta ruta en el Barrio de Meaka-Ibarla de Irun, en la puerta del Parque Natural de Aiako Harria/Peña de Aia, desde la ferrería Arantzate, hoy convertida en Ola Sagardotegia. Caminará por la pista cementada durante 1,5 km hasta su final, donde se sitúa la central eléctrica de Irusta y los hornos de Irugurutzeta. Merece emplear un tiempo para verlos y continuar por el valle en ida y vuelta hasta una txabola por una senda paralela al Aitzondo. De nuevo en los hornos, hay que ir por la izquierda hasta el rellano de los techos de los mismos y allí nace, ahora a la derecha el itinerario a la cascada, con tablilla indicadora “Aitzondo Ur-Jauzia” y señalizada con las bandas verdiblancas del SL GI 1006. El senderista deberá superar en un principio una corta pero muy pendiente “aldapa”, que es un derrumbe inclinado de descarga de material. Una vez superado, nace una perfecta senda, por la ribera derecha que llanea en balcón sobre las aguas del arroyo, que se van quedando en el fondo del valle. Está el caminante en el mundo de la soledad y del silencio, en un paisaje exuberante de vegetación que asemeja una selva Orinoco-amazónica. En la marcha se verá sorprendido por dos impresionantes grietas, entradas a las galerías de las minas, y después por una atractiva torre de granito, en un espacio único que invita a ser fotografiado. Poco a poco el sendero alcanza el nivel del río. Se cruza a la otra orilla, margen izda, por un puente, y desde donde ya retumba el ruido de las aguas de la cascada que está cercana. Ahora el montañero deberá superar una rampa, que antaño era incómoda, pero hoy está catalogada, intervenida y habilitada con un cómodo zigzag, escaleras y pasamanos con cable a modo de un barandado, que en disfrute deportivo alcanza una pista con nuevas señaléticas. La montaña no ofrece, al estar tan urbanizada, duda alguna al aficionado que hasta allí ha llegado. Siguiéndola se alcanza la captación de aguas, con su boca túnel para la central y las ruinas de Karburoko etxea. Es un lugar con mucho encanto, donde circulan caudalosas, cantarinas y saltarinas aguas. Ahora, para observar bien la cascada y la poza donde vierte su agua, hay que cruzar el arroyo, con prudencia si hay mucha circulación y desde allí remontar la ladera a la dcha por un indefinido sendero hasta encontrar el mirador. Aquí decidirá el deportista si se acerca aún más hasta la base o inicia el retorno hasta la pista recuperada y balizada para que nadie se pierda, que utilizará para regresar por recorrido diferente. Cruzará unas anchas tuberías y por los caseríos de Ibarla, cómodamente, alcanzará el punto de inicio de esta corta pero soberbia sugerencia.