07 AVR. 2018 CRÍTICA «Miss Dalí» La hermana del pintor ha sido la gran desconocida Mikel INSAUSTI La veteranía es un grado, al igual que la libertad creativa lo es todo. Ventura Pons ha conseguido una continuidad que le permite rodar en catalán los proyectos más variados, incluso uno tan ambicioso como este “Miss Dalí”, que es el largometraje número 31 de su larga filmografía. Le ha salido bastante caro, porque para tratarse de una producción independiente el presupuesto ha ascendido a la elevada cantidad de casi dos millones y medio de euros, necesarios para completar un reparto internacional de gran calado. Y es que su propuesta se sale de lo que se espera de un biopic al uso, respondiendo a un planteamiento original destinado a descubrir al tipo de personaje tapado de la historia, ya que la hermana de Salvador Dalí ha sido la gran desconocida, pero la que tenía la clave familiar y cercana para desenmascarar la falsa pose mediática del artista. Anna María Dalí pasó de ser la musa del pintor en su etapa de juventud a convertirse en una completa extraña, con la que a partir de 1929 dejaría de hablarse, aunque ambos vivieron en Cadaqués a no mucha distancia el uno de la otra. La ruptura se hizo definitiva con la publicación en 1942 de la autobiografía “La vida secreta de Salvador Dalí”, a la que la hermana respondió en 1949 con “Salvador Dalí vist per la seva germana”, que era una corrección a las falsedades vertidas por el genio surrealista sobre su infancia y juventud, convenientemente modificadas a capricho de acuerdo con su decadente y mercantilizada imagen moldeada por la manipuladora Gala. El relato arranca en 1989, año en el que los hermanos fallecieron con pocos meses de diferencia. La anciana Anna María es interpretada por la actriz galesa Siân Phillips, que se confiesa con una amiga de su época emancipadora de estudiante en Londres, para compartir los recuerdos del pasado, cuando Salvador Dalí era otro y tenía buenos amigos como Federico García Lorca y Luis Buñuel.