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FINAL MANOMANISTA 2018

El mejor caldo, de la mejor gallina

El tiempo, a veces, no es sino una referencia, otra forma más de medir las cosas. Y es verdad que la gallina vieja da buen caldo, el de Aimar es de primera, pero solo de una gallina excelente se puede sacar una sopa excelente. Y, hoy por hoy, Jokin Altuna es la mejor del corral manista, también en toda la cancha y donde se lo proponga, su magia es infinita.


OLAIZOLA II 14

ALTUNA III 22

 

Dos semanas enteras hablando de choque generacional, de juventud y veteranía, de ilusión y experiencia... argumentos todos ellos válidos para la previa, o hasta que un pelotari que parece haber llegado de otro planeta haga saltar por los aires estas y otras profecías como la de que nunca podría jugar mano a mano en toda la cancha. Y es que, en la probablemente final más técnica de los últimos años, esos 16 tan manidos años se vieron reducidos a un suspiro. Y es que ningún observador externo que viera la final de ayer sin acceso a sus DNIs o sin una imagen nítida de sus facciones, podría afirmar que el pelotari que vestía de azul llevara 16 años como profesional de este deporte.

En las nueve finales Manomanistas disputadas con anterioridad, Aimar Olaizola se había visto superado por el ‘huracán’ Irujo, o el arranque de rabia de Xala, pero hasta ahora nadie había sido capaz de responderle con la agilidad mental con la que lo hizo ayer Altuna. Pero es que además, cuando tuvo que pelotear lo hizo, le aguantó la batalla física e incluso le ganó el partido justo ahí donde más partidos habrá ganado el goizuetarra, en la pared.

Cocción lenta

Como mandan las recetas más tradicionales, Aimar salió con la idea de una cocción lenta, a fuego suave del partido; jugando a bote y alargando el peloteo. El primer tanto, de 18 pelotazos, terminado con una pelota de Altuna a la chapa, fue una clara declaración de intenciones.

Sucedió que el rival que el goizuetara se encontró enfrente posee unos ingredientes de tal calidad que lo complicado es estropearlos con una inadecuada, que no mala, cocción. Si en semifinales ante Elezkano todos los tantos peloteados caían del lado colorado, Altuna enseguida demostró que no pensaba rehuir al peloteo.

Su defensa de aire no solo le servía para defenderse al amezketarra, sino que en ocasiones también le daba para poner en peligro a su rival y soltar remates estratosféricos como ese ganchazo de botivolea con el que firmó el empate a cinco.

Tanto hablar del saque y el primer pelotazo tampoco se estaba mostrando tan decisivo, quizá porque ninguno de los dos acertó lo de otras tardes y también porque ambos se mostraron como unos grandes restadores. Así, el primer saque-remate de Olaizola II llegó en el empate a ocho.

Viendo el guión de la primera parte del partido, podía pensarse que Aimar lo tenía donde quería, pero hubo detalles como ese 8-9, donde mandó fuera con todo a su favor, que sugerían lo contrario.

Justo después llegó el primer estirón de Altuna, que sacó partido del paso adelante que Aimar dio para resguardarse de sus ganchos, para pagarle con su misma medicina. Porque una pelota bien arrimada al seis es tan peligrosa o más que un pelotazo al nueve, el joven se adelantó 8-14, dejando, por momentos, sin respuesta a Aimar.

El saque y la agresividad fueron su último recurso. El de Goizueta dio otro paso adelante y le sirvió para acercarse 14-13, momento en el que le abandonó el instinto. Perdonó otro tanto hecho, Altuna no lo hizo con un dos paredes. También en los pequeños detalles fue mejor Jokin Altuna y se impuso la calidad, en su sentido más amplio.

 

Un nuevo nombre que acelera una llegada programada

Aunque hubo, sobre todo al comienzo de su carrera, quienes opinaban que a Jokin Altuna le faltaba cuerpo o pegada para poder aspirar a calarse la txapela manomanista, cualquier pelotazale que haya seguido mínimamente de cerca la evolución del amezketarra tenía bastante claro que este día, antes o después, iba a llegar. Eso sí, serían una ínfima minoría los que hubieran apostado que ese fecha iba a ser tan temprana, sin llegar a cumplirse cuatro años desde que debutara en el Astelena el día de San Juan de 2014.

Pero con una progresión meteórica y una mentalidad impropia de «un pipiolo de 22 años», como él mismo se definió en sala de prensa el día de la elección de material, la txapela del Manomanista vuelve a Amezketa 29 años después de que Joxean Tolosa derrotara a Julián Retegi en el Atano III en la final del 89. Casualidades de la vida, fue ese mismo año en el que la localidad a las faldas del Txindoki inauguró el frontón Larrunarri donde tantas horas ha metido Jokin Altuna, cancha que ha sufrido una importante remodelación este año del título de Jokin Altuna, con una clara modernización, pasando del blanco inicial a un negro más actual.

De esta manera, el título del Manomanista, que tanto costó recuperar a Gipuzkoa, vuelve al herrialde dos años después de que otro pelotari forjado en el Larrunarri, Iker Irribarria, lo consiguiera en 2016. De esta manera, Jokin Altuna es actualmente el poseedor de los dos títulos individuales, tras la conquista del Cuatro y Medio del año pasado ante Urrutikoetxea. Y eso que es posiblemente por parejas donde más nos ha hecho disfrutar estos años. J.O.