03 JUIN 2019 Entrevue CRISTINA LIZARBE RUIZ TRADUCTORA DE «MAMÁ Y YO Y MAMÁ» «La de Maya Angelou es una historia dura que acaba siendo un bálsamo» Escritora, activista, bailarina, cantante... es difícil definir a Maya Angelou en unas pocas palabras, pero si por algo destacó fue porque no se amedrentaba ante las adversidades. En su autobiografía «Mamá y yo y mamá» (Txalaparta), traducida por Lizarbe, se centra en la relación que tuvo con su madre. Dernière mise à jour : 03 JUIN 2019 - 06:24h Amalur ARTOLA DONOSTIA Maya Angelou (1928-2014) era una persona polifacética, ¿cree que acertaría en definirla? Antes de empezar a documentarme para el libro para mí Maya ya era un icono de la luchas por los derechos civiles en los EEUU y me pasó que descubrí que había sido cantante, bailarina, poeta, escritora... Me es muy difícil definirla. Pero sí que fue una mujer que se atrevió con todo. Sin duda, y a partir de este libro te das cuenta de que su madre también era otra de esas mujeres que podía con todo. Había sido enfermera, se había metido en la marina, también luchaba por los derechos civiles... Le venía de familia, aunque Maya tirara más por lo artístico. Publicó siete autobiografías y en esta, «Mamá y yo y mamá», cuenta la complicada relación que mantuvo con su madre. Era una relación muy dura. Cuando era pequeña una pareja de su madre abusó de Maya y eso marcó mucho la relación entre las dos. La madre se sintió culpable y al principio del libro se nota mucho esa distancia entre las dos, cómo le pesan la culpa y la sensación de abandono. Llama la atención cómo son capaces de transformar esa relación, que al principio es tan distante e incluso cortante. Sí, a medida que pasan los capítulos te das cuenta de que Maya quiere romper el hielo pero por otro lado se siente dolida, y hay un momento que me gusta mucho, cuando Maya se queda embarazada y no le queda otra que contárselo a su madre, cuando está ya a punto de dar a luz. Creo que es uno de los momentos en los que se empieza a sellar esa relación que luego es imposible de romper. Como comentaba, tenía 7 años cuando la violaron por primera vez. Dejó de hablar, fue algo que la marcó de por vida. Ella lo contó y se ve que el violador murió, técnicamente se lo cargaron, y creyó que su voz era un arma de matar. Esa forma de aislarse, de no querer hablar por si podría dañar a alguien de su entorno, la marcó y le costaría muchos años superarlo. Pero con su hermano sí que mantenía conversaciones, porque le quería tanto que creía que ni siquiera esa arma tan mortal podría matarlo a él. La violencia machista estuvo muy presente en su vida. Su marido le prohibió incluso bailar, pero tuvo el valor de desquitarse de lo que le sobraba y perseguir sus sueños. Sí, y cuenta que le prohibió también ir a la iglesia porque él era ateo y quería convertir al ateísmo a los demás. Ella se sentía violentada por su fe, porque era creyente, y llegó a ocultar a su marido que iba a la iglesia. Su madre, cuando se enteró, se sintió muy mal, porque veía que estaba limitando a su hija. Angelou fue la primera mujer negra que trabajó como cobradora de un ferrocarril en los EEUU. Su madre le enseñó a ser luchadora e independiente, pero también que al ser mujer y negra tendría que esforzarse el doble para lograr sus objetivos. Hay una pequeña conversación, cuando va a empezar a trabajar como cobradora, en la que su madre le deja claro que va a tener que luchar mucho, ‘y aún así lo más seguro es que no te den el trabajo porque eres negra’, le dice su madre. Le enseñó a insistir aunque la rechazaran, ‘sigue insistiendo, sigue luchando’, le decía, y al final lo logró. Fue una enseñanza que le valió para toda su vida. Sin duda. Su trabajo de bailarina comenzó porque no tenía dinero; trabajaba en dos cafeterías, en turno de mañana en una y de tarde en la otra, pero ni así le llegaba y una compañera de danza le contó que estaba ganando bastante bien en clubes nocturnos. Cuando le comenta a su madre que va a presentarse a una prueba de strip-tease, esta le dice: ‘Bueno, pues habrá que prepararte un traje’. Van a comprar lentejuelas, diseñan el traje, la coreografía, la canción... ese es quizá el comienzo de la parte más artística de Maya. ¿Cómo le llega la oportunidad de traducir esta biografía? Había acabado de corregir un libro de veganismo para Txalaparta y el editor me comentó que tenían los derechos de este libro, y me lo pasó. Al principio no me lo creía porque nunca esperas que va a caer un libro de una persona así en tus manos. Me costó muy poco aceptar. La traducción siempre acarrea alguna complicación. Lo más complicado fue acertar con el carácter de la madre, porque tiene dos caras. A veces es muy formal, muy educada, pero por otro lado es bastante bruta y si tiene que decir insultos los dice, y había que acomodar los insultos a la época para que no fueran demasiado modernos. También opté por adaptar los pronombres, porque en la primera parte del libro, cuando Maya y su madre no se llevan bien, Maya trata de usted a su madre, y tras el embarazo de tú. Creo que es la dificultad más grande que me he encontrado, el tener que usar un usted que no resulta natural en una relación de madre e hija. El resto ha sido fácil de hacer (sonríe). Al sumergirse en la biografía de una persona se descubren facetas impensables, detalles que sorprenden. ¿Le ha pasado algo similar con Angelou? Me encantó verla recitar poesía en escenarios. La busqué en YouTube y aluciné, era una persona que se movía muy bien en el escenario y también sobrecoge un poco porque piensas: ‘Esa persona está muerta y aún así he pasado muchas horas con ella, incluso he podido oír su voz, ver sus gestos’. Sobrecoge. Y, aunque en este libro no se revela demasiado, también estuvo de trabajadora sexual durante un periodo. Como siempre, Maya podía con todo. Sé que lo pasó muy mal por temas de dinero, que tuvo también algún contacto con la droga. No sé, la verdad es que cada faceta nueva que descubres tampoco te extraña, porque ella era así. ¿Por qué recomendaría la lectura de este libro? Por descubrir no solo a Maya, sino también a su madre. Es uno de esos personajes que merece la pena conocer porque por su carácter, por su forma de ser, te impulsa, te inspira para sacar adelante cosas que uno tiene pendientes o no se atreve a realizar. Y por la relación entre ambas: la de Maya y su madre es una historia dura que acaba siendo un bálsamo, porque vuelves a ello, a escenas, a diálogos entre ellas. LA MADRE «Es uno de esos personajes que merece la pena conocer porque por su carácter, por su forma de ser, te impulsa, te inspira para sacar adelante cosas que uno tiene pendientes o no se atreve a realizarlas»