Gernika, la única catedral que sigue sumando fieles

Beaskoetxea-López se hicieron con el Grand Slam gernikarra ante 2.000 aficionados que llenaron el Jai Alai.

Cada deporte necesita sus templos y sus referencias, y la cesta, al menos al sur del Bidasoa, ha encontrado su epicentro en el Jai Alai de Gernika que, con noches como las del sábado, ha comenzado a revivir sus días de gloria. Salvo excepciones, llenar los frontones se ha convertido en un reto en cualquier disciplina y lo vivido en La Catedral, con 2.000 aficionados en las gradas, es una prueba irrefutable de que algo se está haciendo bien la localidad vizcaina.

El ambiente de gala que se vivió en las gradas se anticipó en unas horas previas en las que la cola para entrar en el frontón doblaba incluso la calle Gangoiti y la gente esperaba desde la calle San Juan. Una vez dentro, la música en directo amenizó la espera hasta el comienzo de la final del Grand Slam, con todos los asientos ocupados, mucha gente de pie, e incluso sentada en las escaleras, en una noche de esas para el recuerdo.

El sueño de Beaskoetxea

Y, aunque quizá se echó de menos algo más de emoción en el plato fuerte, la jornada salió redonda, con un triunfo muy emotivo para el local Diego Beaskoetxea, que por fin pudo hacerse con el título que tanto había deseado durante toda su carrera, y qué decir de la forma, con su frontón convertido en la principal referencia y con un ambiente inmejorable.

De todos modos, el principal protagonista del partido fue su zaguero, Imanol López que, a pesar de los problemas físicos sufridos entre semana, dominó el partido a su antojo. La idea de los azules era clara, cargar el juego a Lekerika y evitar a Goikoetxea y el zaguero de Zumaia fue la pieza clave para que el guion no tuviera fisuras.

El plan funcionó desde el principio, acribillando con su pelota muerta a Lekerika y Beaskoetxea poniendo la puntilla (10-15). Los colorados parecieron reaccionar al comienzo del segundo joko, pero el dominio azul fue incluso a más (6-15).