11 MAR. 2021 Un dilema «faústico» inspira la última novela de Lertxundi Vender su alma artística por el interés crematístico. Es el dilema que enfrenta Vicent, un dramaturgo francés, en la última novela de Anjel Lertxundi, «Gilles de Rais», traducida al castellano como «Última función», de la mano de la editorial Alberdania. Ibai AZPARREN IRUÑEA El penúltimo trabajo de Anjel Lertxundi, “Itzuliz usu begiak”, fue un ensayo sobre la traducción. El año pasado retomó el estilo novelesco con “Gilles de Rais” y este año ha publicado esta misma obra traducida al castellano, de la mano de la editorial Alberdania, y cuyo título, “Última función”, poco tiene que ver con el noble bretón del siglo XV que humillaba a niños antes de asesinarlos. De hecho, el cambio de título se debe, en palabras de Lertxundi, a que su obra en euskara ‘Gilles de Rais’ «conducía demasiado al personaje». Este tiene su «función» al final de la novela, pero su obra repasa la historia de Vincent, un director de teatro francés a cuyo domicilio acuden militares para encomendarle el trabajo de montar una obra de teatro en aras de animar a los soldados del acuartelamiento del Ejército carlista en Nafarroa que luchan por la causa de Carlos VII. Los militares comprarán su voluntad a cambio de oro, y Vincent se aventurará en unas tierras navarras que apenas conoce. En un principio, explica Lertxundi, el director está «absolutamente sorprendido», pero, en cuanto le ponen onzas de oro encima de la mesa, empieza a recular, sus postulados artísticos «comienzan a flaquear» y lo único que acaba guiando a Vicent es el «interés crematístico, el dinero». De esta manera, el guiño al mito de Fausto es manifiesto. Así, el autor señala que ese intercambio entre el alma entregada al diablo y la perfección artística se ha convertido «en los tiempos modernos» en la «venta del alma por el dinero». Pero también hay remordimiento: «Empieza a preguntarse qué está haciendo con lo que siempre ha creído, que es en el poder catártico del teatro», ahora en manos de un Ejército que podría haber sido cualquier otro, pues la obra se centra en el «dilema moral del director», por lo que el lugar importa más bien poco.