GARA Euskal Herriko egunkaria
CRÍTICA «100 días con la tata»

Los videos caseros de la pandemia


Los videos caseros de difusión pública me provocan cierto pudor, porque la sensación de incomodidad resulta inevitable al entrar en la intimidad de las vidas ajenas. Con “100 días conla tata” (2021) me sucede lo mismo que con “Fantasía” (2021), y no por casualidad son sendos trabajos coincidentes de actores que, cuando se ponen detrás de la cámara, hablan de su mundo real y personal, ya que tanto Miguel Ángel Muñoz como Aitor Merino encuentran así una alternativa a las ficciones que han de representar en su vertiente interpretativa. Muñoz conoce muy bien el medio desde niño por haber empezado como actor infantil, ganando fama en su posterior etapa de series juveniles, la cual dejó definitivamente atrás con su madura caracterización para José Luis Garcí en “El crack cero” (2019). Como hijo de su tiempo que es responde a una concepción del audiovisual muy amplia, motivo por el que ejerce de presentador en programas de televisión o realiza un videoblog durante el confinamiento denominado “La cuarentata”, y que ha servido de germen para su primer largometraje estrenado en salas de cine, ganador del premio Forqué al Mejor Documental.

Lo positivo de “100 días con la tata” (2021) es que de la casuística particular siempre se pueden extraer lecciones vitales de interés general, y Muñoz transmite a las nuevas generaciones un mensaje de amor y respeto hacia la gente mayor. Es más, en relación a las consencuencias de la crisis pandémica, puede ayudar a sensibilizar a la población joven a entender el peligro que supone perder a seres queridos dentro del sector de riesgo de la ancianidad, ya que no se puede hacer oídos sordos a la voz de la experiencia.

Muñoz sabe escuchar a su tía abuela, de la que ha aprendido tanto por haberse criado con ella. Su miedo es cómo superar el momento anunciado de la separación, por tratarse de una mujer casi centenaria en la recta final de su paso por la tierra.