Sincronizaciones metafísicas

Intento derrumbar el muro que separa mi mirada de la esperanza a base de boomerangs adornados con las huellas de mis dedos tras ingerir chuletillas al sarmiento. Algo me reconforta los días pares y me inquieta los atardeceres de los días nones. Existen cientos, probablemente miles, de grupos de investigación en las diferentes ramas de las ciencias exactas y sociales. Me encuentro diariamente con informes lanzados por esos grupos, siempre amparados por institutos de nomenclatura rimbombante o universidades reconocibles por su tradición o amparadas por su adscripción religiosa que me sirven de inspiración para pensar en la capacidad del ser humano para perder o encontrar el tiempo, a la vez que, en ocasiones, me sumen en un estado de contrición debido a que casi nada me es ajeno, pero en casi nada puede intervenir desde mis capacidades individuales o sociales otorgadas o arrebatadas.

Convivo en un reducto piramidal con la paradoja, la parodia, la comparación y la distopía que forman una encrucijada. Asegura la última revelación que los seres humanos, cuando bailamos de manera conjunta, nos sincronizamos como una bandada de estorninos. ¡Qué imagen más rotunda! Mi duda razonable, ¿los homínidos hemos copiado a los estorninos o ellos a nosotros? Un instante: estoy en plena extenuación poética, biológica y política. Todas las sincronizaciones son metafísicas o forman parte de una conspiración. ¿O no es una sincronización exuberante el silencio de Feijóo, la visita de Milei y el viaje de Ayuso a Alemania el día que su pareja tiene protagonismo judicial? ¿Gaviotas o aguiluchos?