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DE REOJO

Lo que vendrá o no


Ahora mismo es difícil asegurar si el pacto entre Moncloa y Waterloo fue antes o después de la derrota. Viendo el proceso elegido, la semana tragicómica que nos han hecho vivir, la manera en la que, un vez más, Feijóo ha quedado con su desfachatez política al aire, no me extrañaría que se hubiera pactado toda la secuencia entera, desde el desencuentro con insultos varios y votación en contra, el silencio jesuítico del PSOE ante el aparente bofetón de Junts, los discursos para ir deshaciendo el nudo y ese final apoteósico en donde todos ceden, todos ganan y solamente Borja Mari se queda para el premio del tonto inútil del año.

Cualquier cosa es posible. Hasta que nos anuncien que se aprueban los presupuestos. Porque estamos en una fase transitoria en un camino que va de la desesperación al cachondeo, al ver con estupefacción cómo el mundo se enrosca en una toalla de gimnasio donde el linimento hace que se levanten los brazos en saludo romano o comprobar como la propaganda se va diluyendo en acciones sencillas donde prima la sensatez y la dignidad. Me refiero a las bravuconadas de Trump y sus escuadrones de la mentira, que están deportando emigrantes de manera televisada, pero son muchos menos y con muchas más dificultades legales, tanto dentro de EEUU como en los países de recepción que, como Colombia, han decidido recibirlos como trabajadores, no como delincuentes.

Por lo tanto, atentos a la Brigada Aranzadi, porque entre algunos togados han creado el único espacio donde la lacra retrógrada de la extrema derecha bicéfala parece ser hegemónica.