07 AOûT 2025 PONYO EN EL ACANTILADO La preciosa fábula marina de Miyazaki Gaizka IZAGIRRE HERNANI S eguimos con los re-estrenos del Estudio Ghibli en cines -¡qué felicidad tan grande!- y esta vez le toca a “Ponyo en el acantilado” -si no han visto “Porco Rosso” todavía están a tiempo, ya que sigue en algunos cines-. Esta película de 2008 nos sumerge en un cuento encantado donde el mar, la infancia y la magia se entrelazan con una ternura desbordante. Es una libre adaptación de "La sirenita" de Hans Christian Andersen. Miyazaki toma la idea central, pero le da un giro personal. La historia se centra en Sosuke, un chico de 5 años, y su relación con una princesa pez que ansía convertirse en un ser humano. Lo que parece una simple fábula infantil se transforma, bajo la mirada de Miyazaki, en una profunda meditación sobre el amor incondicional, el equilibrio natural y la inocencia como fuerza transformadora. Visualmente, al igual que todas los títulos del estudio, es un auténtico banquete para los sentidos. Miyazaki deja atrás el realismo digital para apostar por una animación totalmente hecha a mano, con líneas suaves, colores pastel y un movimiento del agua que casi hipnotiza. Cada plano desprende sensibilidad y un cuidado al detalle que enamora. La música de Joe Hisaishi, como siempre, es la guinda perfecta, envolviendo la historia con melodías cálidas y evocadoras. “Ponyo” quizá no sea tan compleja o redonda como otros clásicos de Ghibli como “El viaje de Chihiro” o “La princesa Mononoke”, pero ahí radica su encanto. Miyazaki no subestima a los más pequeños; confía en que puedan emocionarse y reflexionar sin necesidad de tramas complicadas. Esa sencillez es una pureza difícil de encontrar en el cine. Perfecta para ver en familia.