Reata de acémilas

Existen dudas razonables sobre si lo que está sucediendo en la política española es fruto del cinismo, la hipocresía o un infantilismo que certifica la falta absoluta de ideario más allá de ocupar el poder, cualquier poder, por los métodos que sean. Si el consejo de ministros aprueba una quita a todas las comunidades de una buena cantidad de deuda, van los presidente autonómicos de la banda del insignificante Feijóo y dicen campanudos que «no van a caer en la trampa» y rechazan esas medidas.

Esta reata de acémilas políticas vive en un plano subjetivo de inteligencia subrogada, pero con la contradicción de que después tendrán que aceptarlo y, es más, reclamarán, mucho más, incluso dos raciones más de pienso. Como pasó con el aborto, el matrimonio de personas del mismo sexo, el divorcio y lo que ustedes quieran añadir. Es una postura ridícula, pero que les ha ido dando rentabilidad electoral debido a que apela a los instintos primarios de quien cree en milagros y palomas.

Caen en todos los palitos que les pone el gobierno y ahora han saltado como un coro de hienas para repetir todas sus mierdas de propaganda antisistema, todo ese travestismo que usan para achacar a los demás lo que ellos practican. Sabemos todos, y está bien que el PSOE o al menos Sánchez se haya dado cuenta, que en la judicatura española hay un notable nido de fachas y que algunos de sus togados son forofos de la más extrema derecha española recalcitrante. Y que usan sus considerandos de manera partidista de forma desaforada y antidemocrática sin ningún pudor y jactándose. Es uno de los mayores déficits y el más peligroso.