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EDITORIALA

Censura para imponer un relato de parte


El 50 aniversario del fusilamiento de Txiki, Otaegi y otros tres militantes del FRAP llega rodeado de polémica. La controversia ha surgido a raíz de la actitud del equipo de gobierno de Zarautz, el pueblo de Txiki, hacia los actos de recuerdo a los dos militantes fusilados. En agosto el Ayuntamiento mandó retirar una lona colocada en el muro de Santa Bárbara en la que se recordaba el aniversario y esta semana ha vetado la presencia en los locales municipales de una exposición itinerante que recuerda y contextualiza el último fusilamiento ordenado por Franco. Una exposición que, por otro lado, se ha desarrollado con total normalidad en Azpeitia, el pueblo natal de Ángel Otaegi.

Este verano el director de Gogora, Alberto Alonso, justificó la retirada de la lona al diferenciar a Txiki y Otaegi de otros militantes antifranquistas. De nada sirvió que el exlehendakari, Iñigo Urkullu, recordara que ambos están reconocidos como víctimas, los líderes de PNV y PSE, Aitor Esteban y Eneko Andueza, insistieron en distinguirles de otros luchadores, en un claro intento de criminalizar la resistencia frontal a la dictadura. No es, desde luego, una posición muy inteligente, ya que con ese argumento PNV y PSE también criminalizan la resistencia de los gudaris y de los militantes socialistas al golpe del 36. Además, el reverso de las críticas a la resistencia es el blanqueamiento del régimen franquista, al equiparar la lucha de los oprimidos con la violencia ejercida por los opresores. Olvidan que el derecho a la rebelión contra la tiranía está recogido en numerosas declaraciones fundacionales y está avalado por Naciones Unidas.

El veto a la exposición argumentando que el relato no es «inclusivo» en realidad pretende ocultar que en primera línea de la lucha antifascista había muchas personas que también luchaban por la independencia de Euskal Herria. Esa obsesión por utilizar cualquier ocasión para desgastar al adversario político e imponer un relato de parte termina provocando la indignación de los familiares de las víctimas y de la sociedad en general. Y al mismo tiempo hace un flaco favor a la lucha por la verdad, la justicia y la reparación.