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Grietas en el Manhattan bilbaino


El Ayuntamiento de Bilbao anuncia el inminente derribo de los pabellones de Lancor-Elgorriaga y de Consonni y, acto seguido, lleva al pleno municipal la propuesta de acelerar estos derribos sin tener en cuenta que albergan a un buen número de personas (en torno a ochenta) que sobreviven en los mismos en una condiciones deplorables, sin mejor opción para proteger sus escasas pertenencias y dormir bajo un techo, aun a riesgo de desplome.

No se trata de una situación nueva o sobrevenida a última hora. Estos pabellones llevan habitados ya más de una década, pero nuestros gestores ponen en marcha su maquinaria «de futuro» cuando les conviene sin reparar nada más que en los números y el negocio. Una vez puesto en marcha un proyecto, todo aquello que no rinde al oropel de la propaganda se esconde bajo la mesa en que se exhibe su maqueta; están acostumbrados a solventar las trabas de un plumazo y sin que se entere el populacho (no vaya a ser que se les revuelva el gallinero). Solo cuando salta la liebre y se les aprieta un poco son capaces de reconocer la existencia de un problema. Y entonces sí, confiesan ser conscientes de la situación e incluso afirman llevar tiempo trabajando para solucionarlo de la mejor manera. Es entonces cuando apelan a la escasez de recursos, a la gran complejidad del tema, a la necesidad de coordinación entre todas las instituciones y áreas involucradas en el asunto, a las numerosas reuniones interdepartamentales, desayunos y comidas de trabajo... Ya se está hablando del tema, zanjan. Y entonces, en vez de desvelar posibles avances en esos «múltiples» encuentros o, al menos, mencionar las diversas posturas mantenidas, recurren de inmediato al «pero no me venga usted con demagogias, que solo le interesa el rédito político que pueda sacar del asunto» y otros clásicos del discurso de contrataque, forzando de esta forma que el gallinero se monte donde a ellos les interesa, es decir, en sus cotos privados. Bla y bla y más bla... ¡Y tú más! Como cuando estábamos en el patio del colegio.

Pues muy bien... Ahora al menos se sabe que conocen problema.

Señores gestores, ¿podrían informar de cuál ha sido su gestión durante los últimos 20 años en que se ha ido gestando-reproduciendo-ampliando esta ocupación de espacios y pabellones que, por arte de birlibirloque, quedaron vacíos de la noche a la mañana tras la presentación de la maqueta-proyecto-«futuro» del Manhattan de Bilbao?

Seguramente, este ha sido un tema menor -por no decir abiertamente irrelevante- entre tanto número, ladrillo, cemento, promotora, inmobiliaria, IMQ, IDOM, Mondragón... ¿O a lo peor sí que ha tenido una mínima gestión en razón de intereses oportunistas y difícilmente confesables?

Señores gestores, y esto es ahora mismo lo más importante, ¿podrían al menos comprometerse a buscar una solución digna para estas personas que se verán obligadas a desplazarse sin recurrir al desalojo de un plumazo -intervención policial- que traslade el problema de una zona a otra?

Ahora son Lancor y Consonni, pero poco más adelante les tocará a otros pabellones y espacios en circunstancias similares. Han tenido más de 10 años para ir pensando cómo gestionar estas situaciones y seguimos en la casilla de salida. ¿Ahora tienen prisa?

Señores gestores, ya va siendo hora de gestionar algo más que la propaganda y en qué manos se deja la gestión de los balances económicos y el desarrollo de las actuaciones que proyectan. Sus sueldos -se supone- son por ostentar puestos de responsabilidad, no para escurrir el bulto y delegarla o eximirse de ella cada vez que surge un asunto molesto o espinoso.

Los vecinos de la Ribera también hablaron hace ya diez años y propusieron el acondicionamiento de alguno de esos veintitantos pabellones que iban a preservar la memoria industrial del lugar (otra burda mentira propagandística en al menos el 80% de los casos, como se viene comprobando) para su utilización, al menos de forma transitoria, como hospedaje en condiciones de salubridad (con duchas, lavadoras...). Para esas personas que recalaban en el barrio cada vez en mayor número. Poco después, el propio alcalde trasmitió públicamente que la iniciativa hablaba muy bien de los vecinos, pero lo que estos pedían no era que se hablase de ellos, ni bien ni mal, sino que desde el Ayuntamiento y la comisión gestora de Zorrotzaurre se hiciese algo concreto para paliar un tanto la situación de desprotección de esas personas y comenzar así a gestionar una situación que, si no se hacía nada al respecto, solo podía ir empeorando con el tiempo. Ahora, diez años después, se sigue sin hacer nada.

¿Se volverá a actuar, como en ocasiones precedentes, al albor de las urgencias del Plan y sin ninguna consideración hacia las personas? ¿Pasa la solución porque se vayan «a dormir bajo los puentes»?

Señores gestores, si no son capaces de gestionar más que aquello que les viene de cara y rodado, si se dedican a evadir y delegar sus responsabilidades en cuanto algo no destila el suntuoso aroma de la oportunidad ni regala los oídos con el grácil tintineo del negocio en ciernes, entonces las grietas que justifican el derribo de Lancor y Consonni no son nada en comparación con las de esas instituciones públicas a las que se jactan de representar.