12 OCT. 2025 GAURKOA Pequeños detalles sin importancia Larraitz UGARTE ZUBIZARRETA Abogada {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} No se nos escapa a nadie ya que las cosas importantes están en los detalles que aparentemente no tienen importancia y que la suma de los detalles dan la mayoría de las veces una fotografía más nítida que la mayor de las confesiones. El principal y asombroso detalle que me ha impulsado a escribir este artículo ha sido lo sucedido con la dimisión esta misma semana de Eneko Goia, flamante alcalde de Donostia en los últimos diez años. Su anuncio de que el próximo 16 de octubre dejará la alcaldía para cedérsela a su compañero de banquillo Jon Insausti parece que ha confirmado los rumores que había según distintos medios, pero a la ciudadanía donostiarra y gipuzcoana nos ha pillado de sorpresa. Por el quién y por el cómo. Es cierto que la ciudad vive un nivel de tensionamiento límite. Que de tanto usarlo han acabado convirtiendo Donostia, otrora hermosa, en una ciudad rancia y decadente, carísima, invivible para los autóctonos y con una creciente pérdida de atractivo para los de fuera, que paradójicamente es para quienes se ha diseñado el modelo de ciudad en los últimos años (lo dicen los últimos datos de ocupaciones turísticas). La demolición de edificios emblemáticos, falta de políticas de participación para la ciudadanía de los barrios, vivienda... el Sr. Goia deja un legado para el olvido. Y sí, su dimisión se ha anunciado a la par que las encuestas de opinión de la ciudadanía han acreditado el declive de su popularidad y las muestras de agotamiento de su gestión municipal. Aun así, no deja de ser sorprendente que un partido que siempre se ha caracterizado por no dar vaivenes y presentar imagen de estabilidad pase lo que pase y pese a quien pese haya optado por esta fórmula. Y llama aún más la atención, de ahí la importancia de los pequeños detalles, el argumentario empleado por el alcalde: “Siempre tuve claro que iba a quedarme solo 10 años”. El papel lo sujeta todo, el micro más aún, pero ese argumentario es de una torpeza tal que parece increíble que el equipo de comunicación política jeltzale lo haya ideado. Cualquiera que siga la política de cerca sabe que las decisiones de los políticos se toman para legislaturas completas, de cuatro en cuatro años, y que el incumplimiento de ese compromiso suele deberse a razones de salud, jubilación o de organización política, como irse a otra institución, por ejemplo (porque lo de trabajar en el sector privado sin puertas giratorias, eso ya es otra historia). Sin embargo, este tampoco parece ser el caso, porque ya ha anunciado que hasta diciembre no se va a poner a hablar con el partido, que es otro detalle singular muy a tener en cuenta. Qué ha pasado para que el Sr. Goia o su partido intenten hacernos creer que ya en 2015 sabía perfectamente que iba a ser alcalde únicamente para 10 años, hasta 2025? Esa historieta tan absurda lo único que ha generado ha sido esa pregunta. Solo ellos sabrán qué ha pasado, pero me da la sensación de que algo ha precipitado la decisión del alcalde (intuyo que ha sido cosa suya) y que tiene que ver con un desencuentro grave entre él y sus jefes de partido (jefa). Los pequeños detalles para inclinarnos por esta tesis abundan. Una decisión meditada con diez años de antelación hubiera provocado una sucesión con una fase de transición en la que el sucesor fuera adquiriendo protagonismo poco a poco. Hubiera sido antes del verano (los 10 años se cumplían en junio), porque las legislaturas, además de ser cuatrianuales funcionan por curso escolar y podría haber coadyuvado a que el sucesor pudiera preparar el curso político con un buen plan de gestión durante el verano. Con el curso iniciado no se deja. La forma en la que lo ha hecho, la torpeza de filtrar el nombre del sucesor casi en la misma rueda de prensa en la que Goia decía que el nombre se conocería en pocos días, el atrezo peneuvero y no institucional del Sr. Insausti que parece está dando un mitin de Euzko Gaztedi en vez de asumir el mando institucional de una ciudad de 200.000 habitantes... la suma de todos esos detalles, tan poco habituales, hace ver que las costuras están más desilachadas de lo que a priori pudiera parecer. Todo hace indicar que la descoordinación del alcalde saliente y el partido ha sido mal gestionada por parte del partido en Gipuzkoa. Habrá que ver si este primer fracaso de no poder retener al Sr. Goia (que no se nos olvide que ha ganado las elecciones a la alcaldía tres veces consecutivas) hace reflexionar a la Sra. Arrizabalaga, quien todo indica que deberá revisar su modelo de liderazgo si no quiere acabar de destrozar lo que ya está tocado. El cambio de liderazgos no solo puede suponer un problema en el partido centenario en Gipuzkoa, sino que parece ser algo más generalizado. Aitor Esteban no acaba de adquirir el papel de líder ante los suyos (el Alderdi eguna es buena muestra de ello) ni ante el resto, y hasta sus socios socialistas se le están subiendo a la parra día sí y día también, a nivel autonómico. Parece ser que el otrora despreciado socio ha visto un filón en ladrarle. Es cierto que en los últimos años las cosas ya no les lucen como antes, sobre todo desde que el devenir del mundo y las nuevas generaciones han llevado a las mayorías sociales a un sentido común que no acaba de entroncar con los viejos esquemas. Quieren empezar a jugar a rugby con tacos de futbol y, obvio, es complicado. Y el cambio de liderazgos, lejos de ser la solución mágica, no parece haber mejorado el juego. Habrá que seguir atentos a los pequeños detalles sin importancia. ¿Qué ha pasado para que el Sr. Goia o su partido intenten hacernos creer que ya en 2015 sabía perfectamente que iba a ser alcalde únicamente para 10 años, hasta 2025?