14 OCT. 2025 EDITORIALA Poner el foco en la raíz del malestar de la juventud {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} El Observatorio Vasco de la Juventud, organismo de Lakua dedicado al análisis de las condiciones de la juventud de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, publicó ayer un informe sobre la emancipación juvenil. Más que explicar las condiciones en las que se independiza la juventud, el trabajo es un compendio de las razones por las que no lo hace, situándose muy lejos de la media europea. El punto de partida es el que es: la emancipación juvenil, fijada en los 26,2 años en la UE, se dispara en la CAV hasta los 29,8 años. No hay que ir muy lejos para encontrar las causas. Por ejemplo, uno de los titulares que deja el informe es que el sueldo medio de una joven (1.564 euros), unido al actual precio de la vivienda, hacen que esa persona tenga que dedicar el 64% de su salario para pagar la primera cuota. Otro tanto ocurre con el alquiler. Estas estadísticas tienen dos lecturas y ambas son ciertas y reales. El precio de la vivienda está desbocado y convierte en una entelequia el acceso a un hogar digno a jóvenes y no tanto, pese a ser un derecho subjetivo, según la Ley de Vivienda aprobada por el Parlamento de Gasteiz en 2015. Al mismo tiempo, la precariedad de los empleos juveniles no hace sino ensanchar la brecha. Hay un cruce de estadísticas demoledor: la tasa de paro juvenil en la CAV (9,4%) es menor que en el conjunto de la UE (11,4%) y, sin embargo, la tasa de emancipación es muchísimo más baja. La explicación pasa, entre otros, por una tasa de temporalidad laboral casi siete puntos por encima del 33,6% de media europea. Es lógico, con estos y otros datos, que partes crecientes de la juventud sientan un profundo escepticismo hacia un sistema que no garantiza una vida autónoma, ni siquiera pasados los 30. Desde la mal llamada crisis demográfica al auge de la extrema derecha entre la juventud -entre ellos, sobre todo-, muchos de los vientos que sacuden estos tiempos inciertos tienen parte de su explicación material en estas carencias. La precariedad y el cada vez más difícil acceso a la vivienda son gasolina para los profundos malestares contemporáneos. Hay que actuar sobre ellos para plantar cara al auge autoritario que trata de sacar provecho de la desazón.