16 OCT. 2025 EDITORIALA No habrá paz digna de tal nombre sin concurso palestino {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} La extravagante puesta en escena de la cumbre de Sharm el-Sheikh, diseñada para mayor gloria de Donald Trump, persigue en gran medida dar a entender que ya está, que se acabó el conflicto, que la paz es sólida y no hay nada que interese aquí. Pero sin desmerecer para nada el alivio que ha supuesto el alto el fuego y la liberación mutua de rehenes, el plan de Trump de momento no es mucho más que eso: una tregua y un intercambio de prisioneros. Qué llegará a ser sigue siendo imprevisible, pero la indefinición acerca de la llamada autoridad internacional que debería gobernar Gaza, el olvido absoluto de Cisjordania, la impunidad que promete a los criminales y, sobre todo, la ausencia total de protagonismo para la parte palestina llaman a ser muy escépticos. También la realidad sobre el terreno, donde los palestinos siguen contando muertos. A la espera de lo que den de sí las negociaciones, la propuesta sobre la mesa corre el peligro de caer en uno de los grandes pecados originales del sionismo: el de tratar Palestina como un erial, una tierra yerma sin nación a la espera del regreso del pueblo judío. Esta mentira, tantas veces contada hasta ser interiorizada, choca contra la tozuda realidad de un pueblo palestino que se aferra a su tierra o, en su defecto, al derecho al retorno. Sin reconocer la existencia y el derecho a la autodeterminación del pueblo palestino, sin poner fin a la ocupación y al sistema de apartheid que forman la raíz del problema y sin aplicar el derecho internacional a los autores del genocidio, no puede hablarse de paz. Es por eso que movilizaciones como las desarrolladas ayer, con un espectacular éxito en ciudades y pueblos de Euskal Herria, son, ahora, más importantes que nunca.