26 OCT. 2025 EDITORIALA Hacer campañas contra las «fake news» es incompatible con alimentar polémicas y bulos {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} Hace un año, el lehendakari Imanol Pradales comenzó el curso proponiendo un pacto «para una actividad política ejemplar». La propuesta buscaba combatir la desafección de la ciudadanía y la polarización. Partía de un decálogo para garantizar esa ejemplaridad, poniendo coto a la demagogia, los insultos, la mentira y la desinformación. En marzo, a propuesta del bipartito, y con el apoyo de EH Bildu y Sumar, el Parlamento de Gasteiz decidió crear una ponencia precisamente para «mejorar la calidad democrática». Entre sus objetivos estaba «fortalecer la calidad del debate público y hacer frente a la desinformación». CLARO QUE HAY CAMPAÑAS DE DESINFORMACIÓN Esos nobles propósitos deben confirmarse con hechos y, esta semana, una nota distribuida por el Departamento de Seguridad de Lakua ha difundido hechos falsos, datos sin contrastar y valoraciones parciales que, para colmo, contenían acusaciones contra la comunidad universitaria de EHU. Según ese Departamento, un boicot organizado por alumnos había forzado a censurar a dos ertzainas en el grado de Criminología, y el profesorado había cedido a las presiones. Por supuesto, no era así. De seguido, el Departamento de Ciencia, Universidades e Innovación condenaba esos «hechos», aparentemente sin contrastarlos con la propia universidad. Iba más allá que Seguridad, y enmarcaba los hechos en «una campaña contra la Ertzaintza». Algunos medios se hicieron eco, dando por buena la versión oficial. EHU tuvo que salir a aclarar lo sucedido: la charla de dos ertzainas prevista en la Facultad de Derecho de Donostia no fue suspendida por la presión del alumnado, sino que fueron los propios agentes quienes decidieron cancelarla porque había «mensajes en redes sociales llamando al boicot». El profesor no había decidido nada ni recibido «ninguna queja por la organización de la charla». Es más, las y los estudiantes le habían «manifestado de manera unánime su desacuerdo por la cancelación». Estaban dispuestos a explicarlo, si les hubieran preguntado. UN MÉTODO TÓXICO, UNA PENDIENTE RESBALADIZA Sea por presiones, desidia o mala fe, la agenda comunicativa vasca tiene demasiados errores, demasiadas medias verdades, demasiada propaganda. Y quienes la difunden no siempre provienen de la ultraderecha, también lo hacen desde los poderes públicos. No es fácil hacer periodismo cuando tus responsables hacen este tipo de jugadas. Pero hay que querer hacer buen periodismo, veraz y bien jerarquizado. Se puede discutir sobre lo que es y lo que no es noticia, pero no es fácil justificar que en 2025 se abran noticiarios con que han hecho una pintada que dice «Gora ETA» en un mural que habían colocado en la calle en Gasteiz para que se hicieran pintadas. Y destacar que hay un dispositivo para identificar a los autores. ¿Quién es aquí el nostálgico? «El problema es el fascismo», les ha recordado Ernai. En teoría, la Cámara de Gasteiz está de acuerdo con ese diagnóstico. Si de veras se quiere mejorar la calidad del debate, el camino será que Joseba Díez Antxustegi aprenda de Bingen Zupiria y Juan Ignacio Pérez Iglesias, y no viceversa: que los políticos con más fundamento y bagaje del Gobierno se obsesionen, promuevan maniobras ridículas y ofrezcan su versión más pobre. Lo mismo cabe decir de que el lehendakari rete a Isabel Díaz Ayuso en un terreno donde lo único que puede suceder es que la parte vasca se desdibuje y se rebaje. Mientras tanto, estas maniobras dilatan los debates. Entre ellos el de la Ertzaintza, atrapada entre el victimismo, el furor represivo, el chantaje y la falta de profesionalidad. Sus abogados le hacen un flaco favor consistiéndoles, mintiendo y negando la realidad.