GARA Euskal Herriko egunkaria
TORTURA

Sorzabal pide reabrir su caso de torturas tras la sentencia de la AN

La presa Iratxe Sorzabal ha decidido solicitar la reapertura de su caso de torturas, infligidas por la Guardia Civil en 2001, como efecto lógico de la sentencia de la Audiencia Nacional española que la absolvió dándoles credibilidad plena. GEBehatokia anuncia el paso tras meses de vana espera a jueces y fiscales.

Marcas de electrodos en el cuerpo de Sorzabal tras su detención en 2001. (GARA)

La Audiencia Nacional española dictó el pasado mayo una absolución sin precedentes para una torturada vasca: Iratxe Sorzabal. La absolvió de la acusación de atentado en Irun en 1995, reconociendo que «la acusada fue sometida a tratos inhumanos durante su detención, en marzo de 2001», cuando fue detenida por la Guardia Civil. Pasados cinco meses sin que de ello se haya desprendido ninguna actuación oficial, Sorzabal ha dado el paso de solicitar la reapertura del caso abierto y luego cerrado por su denuncia de torturas.

Así lo adelantó ayer GEBehatokia, que tilda de «escándalo que jueces y fiscales no hayan actuado de oficio para investigar los hechos establecidos por sentencia, mostrando sí su faz más negacionista».

El tribunal de la Audiencia Nacional española sostuvo de modo rotundo que el manuscrito escrito posteriormente en el que venía a reconocer la autoría de los hechos es «nulo de pleno derecho al haberse obtenido mediante la violación de los derechos fundamentales de la acusada (artículo 1.1 LOPJ) pues es consecuencia de malos tratos (aplicación de electrodos) que sufrió durante su detención y que tenían por objeto que la misma prestase declaración en los términos que se le indicaban, sin que exista ninguna otra prueba de cargo destructora de la presunción de inocencia que le favorece».

La solicitud de reapertura se eleva al Juzgado número 13 de la propia Audiencia Nacional, que archivó su caso en 2001 «prácticamente sin ninguna investigación».

GEBehatokia añade un dato: de los tres juicios que Sorzabal ha enfrentado ya en Madrid tras cumplir condena en el Estado francés «ha sido absuelta en dos, imponiéndose la verdad sobre hechos que el Estado le ha pretendido adjudicar por todos los medios. Resulta esclarecedor que, además, se verifique la práctica de la tortura como una herramienta de Estado sistemática para arrancar autoinculpaciones sobre las que sustentar condenas severas».

En esos tres juicios la presa vasca ha referido las torturas sufridas, con cierto detalle y dejando claro que «con el infierno que me hicieron pasar no podía hacer otra cosa que autoinculparme».

Las marcas dejadas en su cuerpo por los electrodos eran innegables. Para la absolución y el dictamen de la Audiencia Nacional resultó determinante el informe pericial llevado a cabo por el forense Benito Morentin, que de alguna manera completó el puzle de los tormentos aplicados al ser detenida por el instituto armado y las consecuencias sufridas hasta la fecha.

«¿QUIÉNES FUERON LOS TORTURADORES?»

Para GEBehatokia, la conclusión de la sentencia absolutoria de mayo es que «la verdad se hace camino poco a poco. La Audiencia Nacional, que durante años ha dado plácet a la tortura, se vio obligada a rendirse a la evidencia». Con todo, sigue patente el riesgo de que «se corra un velo de impunidad y no haya una investigación en profundidad en la jurisdicción penal», ante lo que advierte ya de que «nos veremos obligadas a recorrer el camino internacional».

Una vez constatado que iratxe Sorzabal fue torturada, sus preguntas son: «¿Quiénes fueron los torturadores? ¿Dónde están quienes le aplicaron los electrodos, quienes le atacaron sexualmente, quienes le amenazaron de muerte? ¿Dónde están quienes perpetraron hechos que, además de delictivos, están tipificados en la legislación internacional como crímenes de lesa humanidad?».

«Queremos subrayar además que en el caso de Iratxe Sorzabal, como en el de decenas de mujeres, ha sufrido el agravante de un trato vejatorio por ser mujer», remarca GEBehatokia. Señala que el testimonio de la presa en sede judicial fue claro: «Los guardias civiles eran todos hombres. Yo para ellos no era ni persona ni militante, yo para ellos era una ‘puta zorra’ y ya está. Mientras me ponían la capucha y los electrodos en el coche, además entre todos me sobaban. Y en Madrid me desnudaron toda».

TRES CLAVES

La solicitud de reapertura se sustenta en tres elementos, agrega GEBehatokia. Uno es la propia sentencia de la Sala Segunda del tribunal español, que «debería romper los plazos de prescripción» frente a quienes sostengan que las torturas ocurrieron hace ya 24 años.

La segunda es la decisión del Comité contra la Tortura de Naciones Unidas sobre el caso de Raúl Fuentes Villota, remarcando que «no se puede establecer la prescripción para no investigar judicialmente casos de tortura». Recuerda al respecto que esta decisión ha sido refrendada por el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas.

En tercer lugar cita «la reacción de la Brunete judicial, que incluso ha recurrido la sentencia de la Sección Segunda de la Sala Penal de la Audiencia Nacional, poniendo en marcha toda su maquinaria negacionista para garantizar la impunidad de la tortura. Jueces, fiscales y forenses siguen negándose a mirar a los ojos a las personas torturadas y se permiten, además, desautorizar a otros que han preferido abogar por la verdad».

SENTENCIA INÉDITA

La sentencia de la Audiencia Nacional española, dictada en mayo de este año, absolvió a Sorzabal de la colocación de un artefacto en Irun en 1995 y reconoció las torturas sufridas por la presa vasca.

Fue una resolución tan inédita como evidente, pero, pese a las imágenes y la biopsia que prueban el uso de electrodos, hizo falta insistir durante años, con múltiples testimonios y en distintos ámbitos, para que ese reconocimiento llegara por fin.



Guardia Zibilaren menpe emandako egunak

Iratxe Sorzabal 2001eko martxoaren 30ean atxilotu zuten, etxetik irtetean: «Hiru lagun hurbildu zitzaizkidan, plaka atera, identifikatu eta auto batean sartu ninduten. Intxaurrondora gindoazela esan zidaten: ‘Badakizu nora goazen? Intxaurrondora! Badakizu horrek zer esan nahi duen, ezta?’.Lekuz aldatzean, burua makurtuta izatera behartu zuten, eta, iristean, gerritik gora biluztu zuten. Bien bitartean, «bularrak estutzen hasi zitzaizkidan... ni borrokan eta goragalea sentitzen hasi nintzen; haiek barre egiten hasi ziren». Madrilerako bidaian hau esan ziotela gogoratu zuen: «Autoan sartu bezain laster nagusiak esan zidan ‘bueno, hemen amaitu dira eskubideen, epaileen eta gezurren marikonadak...’». Hortik aurrera «antifaza jarri zidaten eta buruan kolpeak, irainak eta mehatxuak etorri ziren». Polizietako batek deskarga elektrikoak egin zizkion: «Nire eskuinean zegoena, hankartean zeraman aparatu bat atera, eta eskuineko saihetsean deskargak ematen hasi zitzaidan».

Madrilera eraman zutenean, gehiegikeriek jarraitu egin zuten: kolpeak, irainak eta heriotza mehatxuak. Hainbat guardiak kolpatu zuten Sorzabal, eta sexu abusua jasan zuen: flexioak egitera behartzen zuten ukitzen zuten bitartean, eta bortxatuko zutela eta familiari min egingo ziotela mehatxu egiten zioten. Inkomunikazioaldi osoan iraun zuen terroreak. GARA