24 NOV. 2025 KOLABORAZIOA Arrogancia y abuso de autoridad Agustin GORBEA AGUIRRE Miembro de Ongi Etorri Errefuxiatuak {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} El pasado domingo 9 de noviembre, Día Internacional por un Mundo sin Muros, la plaza de la Virgen Blanca de Gasteiz acogió una concentración convocada por OEE Araba y BDZ para denunciar el holocausto del pueblo palestino. Lo que debería haber sido un ejercicio legítimo de libertad de expresión se convirtió en un ejemplo más del abuso de autoridad al que ciertos miembros de los cuerpos de seguridad nos tienen acostumbrados. El Ayuntamiento de Gasteiz había instalado precisamente un muro de 4 metros de altura en esa plaza para que la ciudadanía exprese libremente sus opiniones. La ironía no podía ser más evidente: mientras denunciábamos los muros que oprimen al pueblo palestino, encontramos otro muro aquí mismo, en Gasteiz, el muro de la prepotencia y la chulería policial. Mientras una compañera y yo colocábamos fotografías de profesionales palestinos que todavía sobreviven milagrosamente a los ataques sionistas, fotografías que documentan la brutalidad sionista, un agente de la Policía local se me acercó para exigirme que retirara personalmente un alambre de espino que alguien había colocado en la parte alta del muro. Le explique educadamente que ni conocía al responsable, ni era mi obligación subir a una escalera de 4 metros para retirar el alambre. Como parece ser que no le gustó la respuesta, me volvió a reiterar que tenía que retirar el alambre, a lo que yo le dije de buenas maneras que yo no había colocado el alambre, y que no lo pensaba retirar, añadiendo que quién era él para pretender obligarme a retirar el alambre. Me amenazó con denunciarme si no lo hacía. Y volví a repetirle que no lo iba a hacer y que, además, acababa de salir de una intervención quirúrgica en la pierna y no me iba a subir a la escalera. La respuesta fue una demostración de poder gratuita: amenazas de denuncia, exigencia de identificación, y una actitud chulesca que desgraciadamente caracteriza a ciertos uniformados. La prepotencia demostrada por este agente que, a pesar de decirle que no podía subir, me solicitó el DNI, hizo que yo le dijera que iba a denunciarle a él y que me diera su número profesional. Pero la arbitrariedad no terminó ahí. Otras compañeras que pintaban la palabra «Boza», término utilizado por personas africanas para expresar alegría, también fueron identificadas bajo el pretexto de que escribían «consignas políticas», confundiendo expresiones de júbilo con mensajes políticos. Y en todo caso, las consignas políticas, salvo que falten al respeto, entran dentro de la libre expresión y libertad de opinión. La contradicción es flagrante: se puede pasear por Gasteiz con la bandera y el aguilucho franquista en nombre de la libertad de expresión, pero se reprime a quienes muestran su solidaridad con el pueblo palestino o escriben palabras en otros idiomas. Este doble rasero evidencia qué expresiones son toleradas y cuáles no en nuestro «Estado de Derecho». Exigimos a las autoridades competentes que tomen cartas en el asunto. No podemos normalizar estos abusos de autoridad que convierten el legítimo ejercicio de nuestros derechos fundamentales en una confrontación con quienes deberían garantizarlos.