El Athletic celebra una victoria imperfecta pero bienvenida

«Las victorias simpre te impulsan», reconocía Ernesto Valverde a la conclusión del encuentro. Aunque sean imperfectas como la que se celebró en el Ciutat de Valencia muy bienvenida tanto mirando atrás, por la mala racha de un equipo que hasta ayer contaba los triunfos de esta temporada con los dedos de una sola mano, como mirando adelante, por el calendario que afrontan los rojiblancos en las dos próximas semanas.

El reencuentro del equipo con la victoria fue como un viaje de ida y vuelta en el Delorean. Al pasado en la primera parte, cuando el Athletic volvió a ser ese equipo que asfixia a los rivales, impidiéndoles salir de su parcela, no realiza ni la más mínima concesión en defensa y además aprovecha sus ocasiones o al menos parte de ellas. El problema es que los cambios de Julián Calero en el descanso trajeron a su rival de vuelta a este presente más hostil, en el que le faltó puntería para marcar en alguna de sus llegadas al área, que aunque menos que en el primer tiempo las tuvo claras, y en el que incluso tuvo que recurrir a la inspiración de Unai Simón porque, ya sin dominar el juego, los granotas se le plantaron en el área con frecuencia y con peligro.

Los males del segundo tiempo los completó la lesión de Robert Navarro, que se retiró cojeando con un esguince de tobillo y está a la espera de conocer su alcance.

Fue precisamente el jugador catalán, que se había quedado con la miel en los labios en Praga, el que marcó el primero nada más empezar. El Athletic, que empezó muy ambicioso ante un rival que jugaba sin sus dos centrales titulares por lesión, ya había avisado antes de cumplirse el primer minuto y solo necesitó dos más para marcar con una buena acción que fabricaron entre Berenguer y Nico Williams y que culminó Navarro.

El empujón para los vizcainos fue tan grande como el golpe para un Levante en descenso y huérfano aún de victorias ante su afición, que había saltado al campo ilusionado por el empate entre Mallorca y Osasuna pero también presionado por sus tres derrotas consecutivas. El Athletic presionó alto y fuerte y el equipo granota colapsó. Ni sujetaba el balón ni conseguía llevarlo más allá del círculo central, siquiera a balonazos.

Empezó a hacerlo conforme se acercó el descanso y aunque las mejores ocasiones seguían siendo rojiblancas -sobre todo un remate de Nico Williams que superó a Ryan y Matturro sacó junto a la línea de gol y un disparo cruzado posterior de Navarro que se marchó fuera-, y las locales apenas podían catalogarse de discretas, lo ajustado del marcador generaba inquietud.

BRILLANTE SENTENCIA

Lo arregló el Athletic con un contragolpe perfecto y una definición preciosa. Fue una contra en tres pases que acabó, tras la asistencia de Berenguer, con Nico Williams picando el balón ante Ryan.

Por si el mosqueo de Julián Calero no había quedado claro con sus aspavientos en el banquillo, los tres cambios que realizó en el descanso despejaron dudas. También las de su equipo, que se sintió más cómodo con la reorganización y ganó colmillo arriba.

Romero tocó prácticamente todo lo que llegó al área. Y ese todo fue mucho porque el Levante ganó metros y al Athletic le costó tapar huecos. Romero, al que se le anuló bien un gol por fuera de juego, no dejó de buscar, también lastimó más ahora Etta Eyong que se escoró a la derecha, y Unai Simón tuvo que firmar un par de muy buenas intervenciones para evitar que se complicara la tarde.

Con todo, la mejor ocasión volvió a ser visitante, pero Guruzeta perdonó el tercero de forma inexplicable. No impidió que los tres puntos volaran a Bilbo.