27 DéC. 2025 KEEPER Cabañas y sustos (sí, otra vez) Gaizka IZAGIRRE HERNANI {{^data.noClicksRemaining}} Pour lire cet article inscrivez-vous gratuitement ou abonnez-vous Déjà enregistré? Se connecter INSCRIVEZ-VOUS POUR LIRE {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} Vous n'avez plus de clics Souscrire {{/data.noClicksRemaining}} En los últimos años, el cine de terror ha recurrido de forma casi sistemática a una fórmula algo desgastada: parejas que se aislan en cabañas en medio del bosque. Con tantas variaciones sobre el mismo punto de partida, llegar a destacar se ha convertido en una tarea complicada. “Keeper” camina por esa cuerda floja. La película se sitúa por encima de la media en lo formal, pero tampoco hace demasiado por salirse del molde. Su principal fortaleza reside en una ambientación muy cuidada y en algunos momentos puntuales. El problema es que, cuando llega el momento de convertir esas buenas intenciones en un relato consistente, empiezan a notarse las costuras. El planteamiento es sencillo: una pareja se escapa un fin de semana a una cabaña aislada, pero cuando Malcolm regresa repentinamente a la ciudad, Liz se queda sola, enfrentándose a una presencia maligna indefinida que parece revelar los secretos más perturbadores del lugar. Donde “Keeper” encuentra su sitio es en el apartado visual. La puesta en escena opresiva construye una atmósfera inquietante incluso cuando aparentemente no ocurre gran cosa. Perkins demuestra que sabe generar tensión con recursos mínimos, y a ello se suma una sólida Tatiana Maslany, que sostiene buena parte del peso emocional del film. El problema aparece cuando se deja de mirar la atmósfera y se presta atención al guion. La historia avanza de manera irregular y parece más cómoda insinuando ideas que desarrollándolas. La lentitud no es el obstáculo principal, sino la sensación de que el segundo acto queda flotando sin rumbo claro. Es una experiencia sugerente, pero incompleta.