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Ecologistas alertan de incumplimientos ambientales en Cementos Lemona

Un informe detecta «incumplimientos» en la autorización ambiental de la planta de Cementos Lemona, una de las industrias más contaminantes de Euskal Herria. Cita la procedencia de los residuos que se queman, la superación de los valores límites de emisión y la contaminación de suelos y aguas.

Fábrica de Cementos Lemona, rodeada de edificios residenciales. (Oskar MATXIN EDESA | FOKU)

No es la primera vez que se advierte de los riesgos para la salud de la población de la actividad de la fábrica de Cementos Lemona, una de las industrias más contaminantes de Euskal Herria. Un reciente informe de Ecologistas en Acción alerta acerca de «incumplimientos» en la Autorización Ambiental Integrada (AAI) concedida por el Gobierno de Lakua en 2017, al superar en 2023 el valor límite de emisión de uno de los contaminantes más perjudiciales para los humanos, las dioxinas y furanos, «sin cesar la introducción de residuos en el horno, incumpliendo la normativa vigente y sin que la autoridad ambiental adoptara ninguna sanción ni apertura de expediente sancionador».

Es una de las conclusiones del trabajo que firma Carlos Arribas Ugarte, licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Barcelona y con estudios de máster en Detección de la Contaminación Ambiental por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en su sede de València. Los datos que ha analizado proceden del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, así como del Plan de Vigilancia Ambiental y la Declaración Ambiental de 2023 de la propia cementera.

Tras esa incidencia, que los ecologistas tildan de «muy grave», la compañía se limitó a repetir el control de emisiones unos meses después hasta que estas estuvieran de acuerdo con los Valores Límites de Emisión. Apuntan que existe la posibilidad de que las emisiones de dioxinas y furanos hayan superado «durante varios meses» los VLE establecidos por la normativa ambiental. Se pone en cuestión que las mediciones sean reales, pues no son representativas del funcionamiento habitual de la instalación.

«COMBUSTIBLE ‘SUCIO’»

La fábrica de Lemoa utiliza como combustible principal coque de petróleo, un derivado del proceso de refino que está cargado de metales pesados y de contaminantes. «Es un combustible ‘sucio’ y relativamente barato frente a otros combustibles fósiles mucho más caros y menos contaminantes, como el gas natural», apunta Arribas.

La Autorización Ambiental Integrada permite emplear otros combustibles derivados de residuos no peligrosos, como neumáticos fuera de uso, plásticos y textiles procedentes de los residuos municipales, harinas cárnicas, pero también residuos peligrosos, como «lodos, pinturas, barnices, disolventes, tintas, ceras, grasas y aceites constituyendo un material orgánico líquido bombeable de color negro, con un punto de inflamación bajo y de viscosidad media. En ese paquete de residuos que alimentan a la planta hay cenizas volantes de centrales térmicas, arenas de fundición, lodos de papeleras y escorias blancas, en su mayoría de industrias de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

En 2023 se consumió un 50,36% de combustibles de origen fósil (coque y fuel) frente al 49,63% de residuos. El coque de petróleo pulverulento, el fuelóleo o los combustibles líquidos peligrosos se queman en el quemador principal, y los combustibles residuales de mayor tamaño, como los neumáticos troceados, las harinas cárnicas y los plásticos-textiles en el precalcinador, explica Arribas.

La mayor parte de los residuos que se incineraron, según el informe, procedían del Estado francés, Países Bajos y de autonomías como Castilla-León, Cantabria, Aragón, La Rioja, Galicia y Asturias, «incumpliendo las condiciones de la AAI y los principios de proximidad y autosuficiencia».

El volumen de los gases generados en las combustiones que se vierten a la atmósfera a través de una chimenea de 36,5 metros de altura es superior a los 200.000 metros cúbicos a la hora, según las estimaciones de los ecologistas, o lo que es lo mismo, cada hora circula un volumen de gases de combustión que llenaría 80 piscinas olímpicas.

CONTAMINANTES PELIGROSOS

Los contaminantes más destacados son el dióxodo de carbono, el principal gas generado en la combustión y relacionado con el cambio climático. Es la tercera instalación generadora de la CAV, detrás de la refinería de Petronor en Muskiz y de la central de ciclo combinado de Zierbena. Luego está el dióxido de azufre. La fábrica de cemento de Lemoa, según el estudio, es la segunda instalación generadora de ese contaminante en la CAV tras Petronor.

Además, están los óxidos de nitrógeno. La planta es la tercera emisora en la CAV, tras Petronor y Guardia Llodio Uno SL en Laudio. Otras emisiones son el amoniaco -es la primera instalación emisora de la CAV- y de benceno, un contaminante cancerígeno. Cementos Lemona es la cuarta instalación más contaminante por detrás de tres fundiciones: Betsaide en Elorrio, Fundiciones San Antonio de Urkiola y Fundiciones Urbina en Legutio.

Por último, está el mercurio, un metal pesado cancerígeno y neurotóxico. Causa daño al sistema nervioso, riñones, pulmones, piel y ojos. «Los niños son especialmente vulnerables al daño al mercurio, que puede tener consecuencias irreversibles en el desarrollo cerebral», destaca.