19 JAN. 2014 TXOKOTIK Eppur si muove Iker Bizkarguenaga Periodista Supongo que en el mismo instante en que se anunció que la manifestación iba a ser silenciosa mucha gente adivinó cuál sería el titular de algunos medios al día siguiente. Y no erraron. No se puede mantener a 130.000 personas con la boca cerrada, más aun con la tensión acumulada en los días precedentes y cuando además la marcha sustituía a una convocatoria organizada con mimo por los derechos de los presos. Imposible. Así que algunos aprovecharon el desahogo -porque si no hubiera sido silenciosa los gritos se habrían oído desde Iruñea- para informar de lo enfadados que estaban en el PNV y tratar de retornar a los jeltzales al redil. Ocurre, sin embargo, que en Sabin Etxea no han reculado con la celeridad deseada, y no lo han hecho porque no ven nada claro que la situación a la que les está abocando Madrid les convenga en absoluto. Por un lado, las barbaridades que se están cometiendo son tan gruesas que en este país nadie entendería y pocos perdonarían, no ya que el PNV se ponga de perfil, sino que siga dándoles cobertura. Si la Ertzaintza hubiera cargado contra una marea de manifestantes como en 2002 el coste sería hoy mucho mayor que entonces. Y por otro lado, le resulta complicado sostener que la izquierda abertzale está haciendo lo que ellos hicieron hace 35 años, asumir el «marco democrático», imperfecto pero democrático, cuando el Estado se muestra más autoritario, fascista y violento que nunca. Al contrario, es el mensaje histórico de la izquierda independentista el que se está viendo reforzado en este contexto. A un alto precio, eso sí. El PNV sabe que más allá de siglas una amplia mayoría de la ciudadanía vasca comparte el lema y los motivos de la manifestación de Bilbo, y no quiere perder ese tren. Los pasos dados por una de las partes de forma unilateral, aceptados como razonables y aplaudidos socialmente, y la desmedida respuesta obtenida por la otra parte, han inclinado mucho la opinión pública -y más que lo hará a medida que se vaya avanzando- de forma que el Estado se enfrenta a una tesitura difícil, pues a cada golpe que dé saltarán nuevos diques. ¿Qué hacer entonces, seguir zumbando o intentar reconducir las aguas? ¿Qué hablaron Rajoy y Quiroga? La clave siempre ha estado en activar a este pueblo, y para ello era necesario lograr su confianza, ganar su complicidad y caminar junto a él y a su ritmo. Ahora se está recogiendo el fruto de lo trabajado en los últimos años. A veces parece que todo está quieto y, sin embargo, se mueve.