16 JUIN 2014 CRíTICA: «Pancho, el perro millonario» Un Jack Russell Terrier de anuncio televisivo MIKEL INSAUSTI Es muy fácil meterse con una película de mascotas infantiles, pero es que «Pancho, el perro millonario» se descalifica por si sola. Mucho más interesante que hacer una crítica de lo que escapa a cualquier inútil intento de análisis racional, sería que las preclaras mentes que rigen los proyectos cinematográficos de Antena 3 nos explicaran las razones por las que han dado luz verde a semejante desastre de proyecto. Su torpeza ejecutiva no admite excusa alguna, dado que hasta han llegado tarde si lo que querían era explotar la popularidad que Pancho adquirió con la campaña publicitaria de la Lotería Primitiva. Quienes más pierden con este tipo de malas elecciones son los verdaderos profesionales del medio, y lo siento por Tom Fernández, que había demostrado capacidad para la comedia con sus anteriores «La Torre de Suso» y «Para qué sirve un oso». No se le puede liberar de responsabilidad, al haberse encargado del guión y de la realización por partida doble. Espero que le lleguen nuevas oportunidades de probar que lo del panchismo ha sido un despiste puntual, un simple error a superar lo antes posible. No voy a comparar a «Pancho, el perro millonario» con los modelos de Hollywood en los que se inspira, que no son mejores, aunque por el mero hecho de imitarlos ya se convierte en un pobre producto sucursalista. La galería de malvados, lejos de animar la función, no deja de ser un fatal calco de personajes ya muy explotados dentro del género. Secun de la Rosa y Alex O'Dogherty copian las respectivas caracterizaciones de Joe Pesci y Daniel Stern en «Solo en casa», mientras que Armando del Río remite a la serie animada «Inspector Gadget» y a su más famoso villano. Visto lo visto, hasta el mismísimo Jack Russell Terrier se anima a exhibir sus dotes de imitador canino, haciendo el numerito de Marlon Brando en «El Padrino». Y si los malos no enganchan, qué decir de los buenos o tontos, según se prefiera. Si se trataba de producir sonrojo o verguenza ajena Patricia Conde lo consigue con creces.