18 AOûT 2014 Udate | Bilboko Aste Nagusia No todos somos iguales en fiestas La recepción oficial y una vista a los tendidos de sombra en Vista Alegre me sirve para afirmar que el gorroneo campa a sus anchas. Txomin PITARKE No hay mayor verdad que la que condensa el dicho popular «Unos cardan la lana y otros se llevan la fama». Transcurrida algo más de una jornada de Aste Nagusia lo he podido comprobar en primera persona y, por aquello de los comentarios jocosos asociados a mi apellido, no puedo sino airearlo a los cuatro vientos. Para aquellos que conocen a grandes rasgos la otra gran historia de la villa, al margen de que un riojano nos dio qué dichosa carta puebla, mi apellido está unido a la de un hombre que vivió toda la vida del cuento. Por ello, citar el nombre Pitarke ante muchos de ellos supone aguantar bromas y chanzas de cuestionado todo irónico cuando no hiriente, pues les sirve de sinónimo para designar a cuantas personas practican el arte de vivir como un maharajá sin dar golpe. Ser un gorrón del copón. Mientras comparseros y bilbainos en general sudaban la camiseta el sábado, tratando de evitar empaparse en demasía y menos albardarse con alguna otra sustancia, también lo hacíamos en el foyer del Arriaga. Hay que reconocer que el lugar es precioso pero sudar se suda y más si pretendes hacerte con un pañuelo de fiestas o una bebida con la que refrescar el gaznate. Al margen de las caras más o menos populares del Botxo, uno descubre que estos tienen familia, amigos y hasta vecinos que, por lo general, se empeñan en estar surtidos de todo lo que les ponga a tiro si es gratis. Lo presencié el sábado y no puedo sino citarlo en esta crónica que escribiré mientras Marijaia sea reina y señora de la fiesta. Eso a pequeña escala, porque saber que todos los bilbainos aportamos nuestro dinerito para que los concejales y allegados vayan a los toros no lo puedo soportar. Me dirán que ya están los de siempre y que se trata de representar al conjunto de la ciudadanía, pero es que cada abono de los 25 regidores de PNV, PP y PSE nos cuesta 2.400 euros del ala; 55.000 euracos salen de las arcas municipales para tal fin. Habrá que preguntarse si son las únicas entradas que paga una entidad pública, porque igual resulta que en Vista Alegre no paga ni dios, con perdón. ¡Qué bochorno!