27 SEPT. 2014 62 EDICIÓN DE ZINEMALDIA «La madre del cordero» De entre las penumbras Koldo LANDALUZE Topamos con un nexo común entre «La madre del cordero» y la también chilena «Gloria» que tan buenas sensaciones legó su visionado en la pasada edición de Zinemaldia, el casi obligado despertar a la vida y las emociones de una mujer ahogada en sus propias penumbras y la soledad que amenaza con devorarla. Si la opción elegida por Sebastian Lelio pasaba por otorgar a su Gloria de un sentido vital a través de una relación sentimental y el baile, el dúo Rosario Espinosa-Enrique Farías ha apostado por intentar abrir para su personaje una ventana que otorgue algo de luz al enclaustramiento físico y afectivo que padece su protagonista, una mujer abocada a la soledad y al desencanto cuya ruta existencial está condicionada por los cuidados que requiere su madre anciana. Espinosa y Farías logran una muy convincente plasmación de estas emociones silentes gracias al buen uso de la fotografía y las notables interpretaciones de un reparto que logra transmitir la intensidad de unos diálogos medidos que rompen la dictadura del silencio instaurado en esta especie de variante de «La casa de Bernarda Alba». La apertura de la ventana a la que aludía adquiere su verdadera dimensión en cuanto irrumpe en la vida de la marchita protagonista una amiga que se encargará de teñir de color la grisura de una existencia maniatada por unos lazos afectivos fuertemente anudados en la dependencia y los intereses familiares. «La madre del cordero» es un filme dramático muy bien calibrado cuyo principal valor radica en lo que callan sus personajes.