02 OCT. 2014 Tragarse la mierda y salir adelante Joseba VIVANCO La verdad es que es difícil buscar explicaciones, hay que asumirlo, agachar las orejas y apretar los dientes y asumir que ha sido un auténtico fracaso», «hemos dado un gran paso atrás, teníamos ilusión por hacer una buena competición», «el vestuario está muy pero que muy fastidiado» o «ha sido un fracaso total, ahora nos toca tragarnos la mierda que nos hemos ganado». La descarnada confesión era de Aritz Aduriz. Pero no de ayer, sino de hace casi dos años, un día de diciembre de 2012 en el que Athletic cayó eliminado con justicia ante el Eibar en la competición de Copa. Sus palabras de autocrítica tras la deblace ante el BATE parecen un deja vu del donostiarra. No son nuevas. El fútbol es como un bucle, como un día de la marmota, que cuando menos te lo esperas, vuelve para darte un bofetón, para recordarte que lo habitual en este deporte como en todos no es la victoria, ni los días de vino y rosas. Es la excepción, como nos quiso aleccionar Marcelo Bielsa y su otra visión del fútbol. A este Athletic, al de la 2014-15, le ha tocado volver a la cruda realidad. Y no le queda otra que, como diría Aduriz, «tragarse la mierda» que se han ganado y salir de esta. Porque se sale. Costará más o menos, un par de partidos, diez o toda la campaña, pero no queda otra. Los jugadores siempre recurren a la muletilla de que de estas cosas se aprende, sobre todo más que de las victorias. Pues hora es de que pongan en práctica lo aprendido. Y lo primero es recuperar el encefalograma plano que revela la mente del equipo. Sostiene Ignacio Benedetti que «el fútbol, por más que nos esforcemos en convertirlo en una especie de ciencia, tiene más de pasión y reacción que de estudio y disciplina. La gente y sus emociones son capaces de sostener un proceso, aun cuando este comience con una pata coja o se enemiste públicamente con quien está encargado de firmar los balances». El fútbol es emociones. Y al Athletic, si algo le sobra en sus cien años de historia, son emociones. El mundo parece otro después de dos victorias, dijo alguien. Pues a esperar que lleguen.