Cameron y los peligros de una mayoría conservadora
El referéndum sobre la permanencia de Gran Bretaña en la Unión Europea, la aplicación de las políticas de austeridad, la cuestión escocesa… Promesas que podrían fracturar al grupo parlamentario conservador y dificultar el Gobierno de David Cameron.
Para el líder conservador, David Cameron, los resultados de estas elecciones son un sueño hecho realidad. Su partido ha conseguido la mayoría en el Parlamento británico, la Bolsa sube, y laboristas y liberal-demócratas entran en una profunda crisis debido a los pobres resultados electorales cosechados y a las subsiguientes dimisiones de sus líderes (recordemos que Nigel Farage, del UKIP, ya ha dado marcha atrás en su renuncia).
El lunes Cameron formó su nuevo Gobierno, entre el clamor de su partido en plena luna de miel política, pero incluso en la formación de su Gabinete, el primer ministro británico ya se muestra conocedor de las dificultades a las que podría enfrentarse. Y hablamos de dificultades internas, no externas.
Curiosamente, hasta este momento la agrupación más leal a Cameron representa a los nacionalistas ingleses euroescépticos de la derecha más conservadora, pero su lealtad era más resultado de un instinto de manada y una imagen de unidad frente a sus socios de coalición, los liberales. Pero ahora que estos han sido relegados a una minoría parlamentaria se ha abierto la veda de las aspiraciones entre los conservadores.
Y los conservadores son especialistas en luchas internas. Algunos comentaristas comparan la sorpresiva victoria de Cameron con la del conservador John Mayor, quien también ganó por mayoría en 1992. Sin embargo, se presentan, además, otras similitudes en la composición de los grupos parlamentarios de Cameron y Major que deberían hacer reflexionar al actual líder conservador. Por ejemplo, bajo el liderazgo de Major, los conservadores euroescépticos se lo pusieron tan difícil que finalmente tuvo que pactar con los diputados unionistas norirlandeses para asegurar la mayoría parlamentaria de su Gobierno ante la rebelión interna de sus parlamentarios thatcheristas.
Cameron tendrá que trabajar duro para evitar esa rebelión, y si bien es cierto que existen cuestiones externas (como la negociación y el referéndum sobre los términos de participación/permanencia de Gran Bretaña en la Unión Europea (UE)) también existen otras cuestiones claves de carácter interno que limitarán la libertad de acción del primer ministro británico.
Escocia
Es cierto que la reacción en los mercados ante la mayoría parlamentaria conservadora ha sido positiva, pero la recepción de la propuesta del referéndum sobre la permanencia en la UE no ha sido tan positiva. Los inversores y las grandes empresas desaprobaban la política laborista contra la concentración bancaria y la imposición de límites a las tarifas energéticas y coinciden con los conservadores en la teoría del libre mercado –la ley de la jungla económica–. A esa preocupación de los poderes económicos sobre el futuro europeo de Gran Bretaña se une la gran brecha entre lo que los escoceses y el resto de Gran Bretaña ha votado, que se puede percibir como un paso de gigante hacia la independencia escocesa.
En Escocia, los votantes han optado por un partido que promete la protección de la economía del bienestar y el mantenimiento de los servicios públicos. En Londres, Cameron ha elegido a Iain Duncan Smith como su secretario de Trabajo y Pensiones. El que fuera líder del Partido Conservador estará a cargo de los 16.500 millones de euros de recortes de subsidios de desempleo y ayudas sociales. A ellos se sumaran otros 17.000 millones en reducción del presupuesto público y alrededor de 7.000 millones que se esperan recuperar en impuestos con medidas contra la evasión fiscal. Si se puede asociar una política con el Partido Nacionalista Escocés (SNP) es precisamente la oposición a la austeridad y a los recortes en los servicios públicos. Cómo reconciliar estas visiones opuestas será una tarea difícil para Cameron, que ha destacado que una de las prioridades de su Gobierno será reestablecer la unidad de Gran Bretaña. Y Cameron sabe que cualquier acuerdo –incluso en lo referente a la revisión de las transferencias incluidas en las recomendaciones de la comisión parlamentaria formada después del referéndum de independencia escocés del pasado año– será considerado como una concesión al Ejecutivo de Edimburgo no solo por los votantes ingleses sino también por los miembros de su grupo parlamentario.
Cameron se ha comprometido a introducir la cuestión de la devolución de poderes en su discurso de investidura el 27 de mayo. La Ley de Escocia permitirá al Gobierno del SNP establecer su propia política fiscal, al tiempo que fija un veto de los diputados ingleses en lo que se refiere a decisiones legislativas que afectan exclusivamente a Inglaterra.
Europa y las políticas internas
La Ley de Derechos Humanos, basada en los preceptos del Gobierno laborista será otra de las víctimas del nuevo Ejecutivo de mayoría conservadora, ya que será sustituida por una nueva legislación que permitirá el espionaje de los ciudadanos en nombre de la seguridad. El nuevo secretario de Estado de Justicia, Michael Gove, ya ha expresado su deseo de iniciar este proceso inmediatamente. La idea es evitar que decisiones de jurisprudencia en el área de derechos humanos puedan ser dictados por las decisiones de la Corte Europea de Justicia en Estrasburgo. Rompiendo el vínculo entre los tribunales británicos y la Corte Europea intenta limitar la aplicación de la legislación de derechos humanos fuera de las fronteras de Gran Bretaña como, por ejemplo, sobre las actividades del Ejército británico. Sin embargo, queda por ver cuál será la reacción del Consejo de Europa si Gran Bretaña decide retirarse parcialmente de la jurisdicción de la Convención Europea de Derechos Humanos y cómo afectará a su relación con la UE.
Y ello nos lleva a una de las cuestiones centrales de las expectativas de un amplio sector de los conservadores, lo que se ha dado en llamar el «brexit», o la salida de la Unión Europea. Aunque inicialmente Cameron había anunciado que el referéndum tendría lugar en 2017, en sus declaraciones tras la formación de Gobierno dejó entrever que la votación podría adelantarse a junio o setiembre de 2016 para evitar que las elecciones alemanas y francesas endurezcan las posturas de ambos ejecutivos durante la negociación de los nuevos términos que Gran Bretaña intenta imponer a la UE. El plan de Cameron es iniciar la negociación con la limitación del acceso de ciudadanos de estados miembros a subsidios y ayudas «lo que reducirá la inmigración», según Cameron, quien se espera de pie al inicio de un debate parlamentario sobre el referéndum en su discurso de investidura. Otros aspectos que los conservadores quieren negociar incluyen una cláusula de salida en caso de acuerdos que refuercen el papel legislativo de la UE, salvaguardas para asegurar que los cambios en el mercado único no serán impuestos sobre los estados fuera del eurogrupo y mayores poderes para los parlamentos estatales en las decisiones de implementación de las directivas o leyes europeas.
La mayoría de las medidas anunciadas por Cameron servirán para acallar las voces discrepantes dentro de su partido, pero el Gobierno conservador ya ha sido advertido por las grandes corporaciones financieras de que una salida de la UE no será bien recibida en un sector que en estos momentos se beneficia de la fuerza de la libra esterlina y de la fiscalidad europea. La salida de Gran Bretaña del mercado europeo significaría la imposición de tarifas en actividades financieras, y provocaría la migración de negocios a otros países de la Unión Europea, como Irlanda o la europeísta Escocia, que podría votar por la independencia para asegurar su permanencia en el bloque comunitario.
CAMERON Y STURGEON ANALIZAN LA CUESTIÓN ESCOCESA TRAS LOS COMICIOS
El primer ministro reelecto Cameron viajó ayer a Edimburgo, donde se reunió por por primera vez tras las elecciones del 7 de mayo con la actual líder escocesa, Nicola Sturgeon. Cameron mostró su compromiso para cumplir «en su integridad» las hasta ahora incumplidas promesas de nuevas transferencias para Escocia contenidas en la Comisión Smith y se mostró dispuesto a «estudiar nuevas propuestas», aunque situó como líneas rojas el reconocer la total autonomía presupuestaria a Escocia y, cómo no, la convocatoria de otro referéndum.
Tras calificar el encuentro como «constructivo», Sturgeon se felicitó de los progresos en cuestiones centrales, como el compromiso con las propuestas de la comisión Smith, que permitieron la victoria en el último minuto de los unionistas en el referéndum de setiembre de 2014, y con la disposición negociadora del líder tory. Por contra, Sturgeon reivindicó la soberanía presupuestaria para Escocia. El SNP reivindica el traspaso de poderes como los impuestos a las empresas y el salario mínimo y condiciona otra consulta a su triunfo en las elecciones legislativas escocesas del próximo año.GARA