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París pasa a Madrid en Mali la cara factura vasca


El 22 de setiembre, la redada contra la dirección de ETA en Baigorri pilló a los ministros de Interior español y francés en Bruselas. Así que Fernández Díaz y Cazeneuve comparecieron juntos para valorarla, pero pensando en cosas muy diferentes. Mientras el español alababa el «golpe letal» a la organización vasca, el francés apostaba por trasladar esta colaboración al «nivel elevado de amenaza que planteen grupos como el Estado Islámico».

Aquella petición difusa es ya hoy real, práctica y urgente tras los atentados del 13-N. París confirma a través del ministro de Exteriores, Jean-Yves Le Drian, que ha pedido al bon ami español que se haga cargo del control de Mali para que pueda concentrar sus tropas en la seguridad interna y los bombardeos sobre el Estado Islámico. Que esta demanda pone a Madrid en situación muy incómoda lo demuestra la secuencia desde el jueves. Aquella noche el titular de Exteriores español, José Manuel García-Margallo, revelaba que estaban dispuestos a ese apoyo, pero al amanecer llegaba el ataque yihadista a un hotel de Bamako y el Gobierno del PP se apresuraba a sacar una nota para desmentir que hubiera un ofrecimiento de este tipo, sabedor de la impopularidad de un compromiso así en plena época preelectoral. Le Drian confirmaba ayer que sí, que quieren a soldados españoles en Mali, y que espera ahora respuesta de Madrid. París sabe que tienen dos argumentos de peso para reclamarlo: al global y jurídico de los tratados europeos que vinculan a todos sus socios en caso de necesidad militar se le suma aquí otro propio y casi moral: todo lo que Madrid le debe a París en la lucha contra ETA, una factura enorme, que ha seguido engordando incluso después de 2011.

En un juicio celebrado el pasado mayo en la capital francesa, el fiscal del Tribunal Correccional Benjamin Chambre aseguró que la organización vasca quizás no cuente con más de 30 miembros en la clandestinidad pero dispone de «decenas de zulos con armas, explosivos y otro material» en territorio francés. Es lo que Madrid podría y debería haber solucionado ya, cogiendo las dos manos tendidas por ETA y los verificadores internacionales. Y es lo que ahora le puede costar bastante más caro en sitios hoy tan ingratos como Mali.