Si Charlie Parker levantara la cabeza también iría a Donostia
Rubén Blades y la orquesta de Roberto Delgado se dieron un baño de multitudes en la Playa de la Zurriola. Su actuación sirvió como traca inaugural de un maratón musical que durante cinco días reunirá en Donostia a algunos de los nombres más importantes de la escena internacional, como Brad Mehldau, Caetano Veloso, Cécile McLorin Salvant o Chick Corea. El Teatro Victoria Eugenia acogerá este mediodía el homenaje de Iñaki Salvador a Mikel Laboa.
Vous n'avez plus de clics
En pleno mes de julio la caprichosa meteorología local invita a visitar Donostia equipado como el Inspector Gadget: paraguas, loción solar, botas de goma, bañador, gabardina… La famosa Euskadi Tropical tiene estas cosas y uno nunca sabe, aunque hay dogmas de los que se puede estar bastante más seguro, y es que la playa de La Zurriola volvió a quedarse pequeña para acoger el estreno del Heineken Jazzaldia, esta vez de la mano del popular panameño Rubén Blades y sus variadas personalidades: músico, actor, político, humanista.... y la barbaridad de trece premios Grammy. más otros de diverso origen.
Sorprendiendo a propios y extraños —nótese el sarcasmo— la “gira de despedida” que recaló en Gasteiz el verano pasado se ha prolongado algo más de lo esperado. Quién sabe, tal vez termine convirtiéndose en la versión salsera del Neverending Tour de Dylan. Lo que también parece fuera de toda duda es que nada moviliza a más público que la amenaza —real o no— de una última ocasión para disfrutar de un artista legendario: Últimos días, última oportunidad, edición limitada…
Lo cierto es que Rubén Blades no necesita publicar un nuevo disco para seguir de actualidad y convocar masas. Su leyenda le precede y sigue siendo uno de los grandes, no ya de la salsa sino de la música popular de los últimos cincuenta años.
Blades sabe latín y, además de ser un artista con un carisma al alcance de muy pocos, a sus setenta años le sobran voz y actitud para sostener por sí solo un espectáculo de más de dos horas, y su dominio de los tempos garantiza que el show no decaerá en ningún momento. Aunque su bolsa de trucos incluye un anecdotario inagotable, por una vez el panameño tuvo que contener su verborrea natural y atenerse a lo estrictamente musical. El guión así lo exigía, para evitar que su concierto se alargara más de lo estipulado, solapándose a otras actuaciones previstas. Esto provocó que algunas de sus presentaciones parecieran ligeramente atropelladas, y es una pena porque ha sido y sigue siendo un vendedor de historias de los que apenas quedan ya.
Groove latino
Aparte de este detalle –y de algunas novedades en su repertorio, como las logradas versiones de “Arallue” de Ray Barretto o “Watch what happens” de Tony Bennet– su concierto en Donostia simplemente confirmó lo que ya pudimos constatar hace un año en el polideportivo de Mendizorrotza: la orquesta de Roberto Delgado sigue siendo una locomotora bien engrasada y con la estridencia necesaria para no restarle a la salsa su sabor especiado característico, ese puntito imprescindible que distingue el swing del groove latino.
Por supuesto, el repertorio no olvidó paradas obligatorias en los números más conocidos de Blades, recibidos con entusiasmo por un nutrido número de seguidores latinoamericanos de diversa procedencia: Cuba, Ecuador, Perú, Colombia y, por supuesto, Panamá.
El menú de anoche en las inmediaciones del Kursaal ofrecía mucho más que salsa, y de todo ello les hablaremos mañana en estas mismas páginas.