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Entrevue
Jesús Rubio
PREMIADO CON LA MEDALLA DEL MÉRITO CIUDADANO DE DONOSTIA

«La pelota tiene que hacer algo para cautivar más»

A sus 83 años, el polifacético Jesús Rubio sigue aportando su conocimiento y su experiencia a la sociedad donostiarra al frente del prestigioso torneo de pelota del Antiguo y como cocinero en el comedor social Aterpe. La medalla al honor ciudadano concedida por el Ayuntamiento donostiarra a su labor social es la excusa perfecta para recordar junto al antiguotarra una larga y muy interesante trayectoria profesional y vital.

Jesús Rubio. (Juan Carlos RUIZ/FOKU)

Supongo que un premio así se agradece.
Francamente sí, estoy muy agradecido y además ilusionado. No me lo esperaba en absoluto hasta el punto de que me enteré de que estaba nominado el mismo día que lo aprobaron en el Ayuntamiento. Me enteré a las 12.30 del mediodía y un cuarto de hora más tarde me llamaba el alcalde diciéndome que había sido premiado. Sólo estar nominado es grande, quiere decir que alguien se ha acordado de lo que has hecho, o le ha parecido que ha sido interesante y digno de premio.

¿El torneo de pelota del Antiguo es reconocido con esta medalla?
La verdad es que Antiguako Pilotazaleok, como institución, ya tenía de antes la medalla al mérito deportivo, no puedo precisar el año, pero más o menos por el 2000.

¿Lleva unos 30 años al frente del torneo?
Igual unos pocos más, aunque en dos etapas, desde el año 1990 hasta el 98 tuve un pequeño descanso. No hay manera de que me echen –ríe–.

Algo hará bien…
Lo que pasa es que es difícil encontrar gente para estas cosas. Llevo tiempo pidiendo relevo pero no hay manera, no viene gente que quiera asumir eso. No es que sea mucho trabajo, pero pesa un poco lo de asumir la responsabilidad. Tengo compañeros que ayudan pero en cuanto les digo «¿por qué no coges tú la presidencia?», varios me han dicho lo mismo: si me planteas ese tema me voy.

Habrá visto muchos cambios en todos estos años en el torneo ¿Cuál es el mayor?
Sí muchísimos, pienso que lo que más ha cambiado ha sido el origen de la financiación. Me acuerdo que en los primeros años la financiación solía ser un 80-85% de dinero público y sólo un 10% de dinero privado. Hoy en día eso se ha cambiado totalmente, es justo al revés, en la financiación pública no llegará al 15% y la privada es el resto, un 85%, creo que es el cambio más sustancial.

Como experto en pelota, anduvo en las Federaciones de Gipuzkoa y Euskadi, ¿cómo ve el campo aficionado?
Yo lo veo bien, lo que pasa es que hoy en día la pelota tiene que luchar con un montón más de disciplinas deportivas, y donde le veo que no avanza es en que la pelota tiene que hacer algo para cautivar un poco más. Me preocupa, por ejemplo, que para llenar un frontón de 2.000 localidades, como no pongas un partido de profesionales y tenga mucho morbo, una semifinal o algo así, te cuesta llenar. Eso sí me preocupa. Porque no estamos hablando de un estadio de 30.000 almas, hablamos de un frontón, con 1.800 o 2.000.

¿Ha descendido el número de licencias?
En este momento no tengo información pero pienso que no habrá muchas menos, lo que yo creo que pasa es que la gente deja antes la pelota que antes. Hace 30 años, para empezar, todos los chavales jugaban a pelota y la mayoría seguían hasta los 25-30 años. Eso ahora no pasa, se pasan a otros deportes o qué sé yo, algo raro pasa, la pelota necesita un revulsivo importante.

¿Y por dónde se le podría dar la vuelta?
Pues no sé, si la pelota tuviera media docena de José Antonio Kerejetas, el dirigente de Baskonia… la pelota sería otra y tendría más posibilidades de subsistir con salero, con gracia. Pero parece que no tenemos chispa los que andamos.

En el Torneo del Antiguo siempre han buscado novedades, el último año ofrecieron los partidos por streaming…
Sí, la verdad e que yo siempre les suelo decir a mis compañeros que cada año deberíamos hacer un pequeño cambio que vaya, sobre todo, encaminado a darle un poco más de vivacidad, de ritmo, al juego. Por ejemplo, eliminamos la pasa en el saque, hace unos dos o tres años eliminamos las pruebas del material, es decir, que una vez empezado el partido, nadie pueda probar e material. Las pelotas están numeradas desde el principio, cada uno sabe cómo es la 1, la 2 o la 3, que elija y se acabó. Se ralentizaban tanto los partidos que se hacían hasta pesados en algunos momentos, tanto probar, luego el rival… era una lentitud muy grande. Hay que dotarle de mayor dinamismo a la pelota. Por ejemplo, estamos pensando en los descansos, ¿por qué tienen que ser cuando los pide un pelotari o una pareja? Yo creo que deberían estar reglamentados, cada X tiempo o cada X tantos, un descanso, igual para todos y se acabó, le apetezca o no le apetezca. Eso de que como ha sido un tanto largo haya que descansar… ¿en los demás deportes no se cansan o qué? ¿No tienen que jugar cuando están destrozados? Imagina a los ciclistas, que cuando se cansan en una cuesta dijeran «oye, como es muy dura, paramos y luego ya seguiremos». No le haría ni caso nadie al ciclismo. Yo creo que en la pelota pasa eso, hay que eliminar cosas de alguna manera, algo hay que hacer con las normas y el juego para que la pelota sea un deporte más dinámico, más espectacular todavía de lo que ya es.

En el Antiguo pasaron de tener tres categorías a dos ¿por qué?
Primero que no había demasiados pelotaris con una calidad. Al final, como las empresas se los llevaban tan jóvenes, en elites quedan pocos. Entonces había que hacer algo y pasamos a dos categorías para seguir dando calidad, porque nosotros queremos que nuestro campeonato sea de auténtica elite. Entonces no podíamos mantener 35 o 40 pelotaris, si de calidad no iba a haber más que 20. Ese fue el motivo.

¿Las bajas de última hora les siguen volviendo locos?
Eso está francamente mal. Es algo significativo, en el último torneo, el del verano pasado, en la primera fase, en la liguilla, hubo 19 sustituciones en unos pocos partidos, en docena y media como mucho. Llega la fase de semifinales y finales y ninguna. Eso es que tienen muy poco fundamento los pelotaris en ese aspecto. Como en todos los casos, los hay que son muy serios y comprometidos y, si dan la palabra, vienen, pero hay otros que no. Los hay que se inscriben en varios torneos y miran lo que mejor les viene. Y lógicamente, se estropean las manos también, en verano están jugando, entre torneos que hay y partidos de fiestas, prácticamente un partido al día y no hay manos que aguanten eso si son partidos un poco duros.

Cambiando de tema, en lo profesional fue uno de los fundadores de Orona, ¿cómo fue aquello?
Ahí anduvimos, nos tocó si. Éramos una cuadrilla de amigos que nos reuníamos por el Antiguo y teníamos una inquietud social y laboral, no estábamos conformes con lo que había profesionalmente. Queríamos hacer alguna otra cosa y nos gustó mucho la experiencia cooperativa de Mondragón, sobre todo la filosofía de esa experiencia. Nos pusimos en contacto con ellos y nos animaron. Ahora, nos dejaron solos, nos dijeron  tenéis que ir por esta línea y dentro de unos años venid por aquí a ver cómo vais. Así nos lanzamos a la piscina y salió bien porque hubo mucha gente que trabajó bien, toda la gente que se iba adhiriendo a la experiencia era muy trabajadora, comprometida y muy capaz y salió.

¿Y lo de apostar por los ascensores?
La verdad es que nosotros de ascensores no sabíamos nada, fuimos muy osados. Pero bueno, tuvimos la fortuna de contar con unos fabricantes a los que les compramos su tecnología y todo esto, y aquello nos ayudó muchísimo.

También anduvo muy implicado en la Ikastola Jakintza...
Bueno, es que tocaba, porque yo tenía cinco hijos en la ikastola y eran los tiempos en los que realmente la administración pública no ayudaba a la ikastola absolutamente nada, por lo menos económicamente. Entonces, todos los gastos de la Ikastola tenían que ser sufragados por los padres de los alumnos y había que hacer muchísimas cosas para sacar dinero y que no costara tanto. Así y todo, había que pagar un dinero importante para lo que era la vida en aquel momento, por lo que hubo que multiplicarse un poco. Con cinco hijos en la ikastola, estabas implicado, quisieras o no.

Esas ganas de aportar siguen hoy en día, es cocinero en Aterpe, un comedor social.
Cocinero o ayudante de cocina, lo que sea. Ahí me lío un amigo que estaba metido en ese mundillo, pero no me he arrepentido de haberme acercado. Es un trabajo agradecido porque ves la gente que va allí, que está necesitada, que no tiene qué comer y, por lo menos, en ese aspecto te quedas un poco tranquilo, porque sabes que en Donostia, por lo menos de hambre, no se va a quedar nadie. El que tiene necesidad no tiene más que acercarse allá y tiene una comida caliente, más o menos bien hecha, con la calidad suficiente

¿Cómo se presenta la fiesta?
Las fiestas siempre se presentan bien. Para un donostiarra las fiestas de San Sebastián, la tamborrada y el ambiente que se genera en torno a la cena y a todo el resto... las 24 horas son mágicas. Siempre se presentan con mucha carga positiva, de alegría y de jolgorio.

¿Por dónde le podremos ver?
Normalmente tengo un plan de todos los años. Yo, que soy antiguotarra, normalmente ceno en el barrio, en alguna de las sociedades, veo la tamborrada del barrio y la mañana siguiente nos toca salir en la tamborrada de Istingorra. Y luego lo mismo, a comer, bien en la sociedad o en casa con los hijos. Pero este año es especial porque con este motivo de la medalla hay varias sociedades que me han invitado y no he sabido decir que no y he aceptado con mucho gusto. Por ejemplo, la víspera de San Sebastian nos ha invitado la decana de las sociedades donostiarras, la Unión Artesana, y para el día de San Sebastián nos ha invitado mi propia sociedad, Istingorra, a la comida oficial, así que este año allí me podéis pillar.