‘Rebeca’, 80 años rememorando el retorno a Manderley
Estrenada el 12 de abril de 1940 en Estados Unidos, ‘Rebeca’ figura con todo merecimiento entre las grandes obras maestras de Alfred Hitchcock. Laurence Olivier, Joan Fontaine, George Sanders y Judith Anderson fueron el cuarteto protagonista de este intenso drama sicológico de reminiscencias fantasmales.
Son muchos los motivos que hacen de ‘Rebeca’ un punto de inflexión en la carrera de Alfred Hitchcock. Supuso su primera experiencia en Hollywood y el material argumental se alejaba considerablemente de lo que había filmado recientemente.
La singularidad de ‘Rebeca’ se resumía en que se trataba de un película interpretada por un reparto británico y con una historia basada en una novela británica profundamente enraizada en la cultura literaria del folletín. Con estos mimbres, Hitchcock se embarcó en un reto difícil que consistió en seducir a la audiencia estadounidense con una obra muy alejada, en su apariencia, de sus traidiciones.
La principal herramienta que utilizó el «Mago del suspense» para lograr su objetivo fue buscar un equilibrio entre lo externo –reparto y decorado– y lo interior, que se resumía en una indagación profunda de la sicología de los personajes.
En realidad Hitchcock no inventó nada porque en su libro, la escritora Daphne Du Maurier también alterna el folletín y la narración sicologísta. Pero el director plasmó como nadie y mediante imágenes lo que inspiraba la lectura. Ejemplo de ello es el antológico prólogo de la película cuando la cámara cruza el umbral enrejado de la fastuosa mansión y se toma su tiempo, con pausa, para revelarnos los retorcidos ramajes de un jardín que amenaza con hacer suyas las ruinas de la mansión. El paisaje es brumoso lo cual invita al espectador a que tienda a buscar presencias fantasmales en este entorno de reminiscencias góticas.
Lo evidente, lo que revela la cámara, queda en un segundo plano cuando Hitchcock lo subvierte incluyendo la mítica frase «Añoche soñé que volvía a Manderley ...» y nos advierte que el filme transitará por los terrenos de la evocación y la dramatización de un sueño.
En su excelente estudio, ‘Alfred Hitchcock, el poder de la imagen’, el experto Enrique Alberich afirma que «el prólogo de ‘Rebeca’ viene a enfatizar la relevancia del propio Manderley, de la mansión en que se escenifica el conflicto, que se yergue de esta manera en vértice y protagonsita de una historia que, después de todo, se presenta como un melodrama triangular cuyos lados estarían compuestos por Max de Winter, su segunda esposa y el propio Manderley, auténtico detonante del recuerdo de Rebeca y manifestación tangible de su ausencia».
El original literario de Du Maurier llegó a la gran pantalla casi por casualidad y tras eludir una serie de circunstancias que lo hacían casi inviable. El problema principal se concretó en el choque de trenes que protagonizaron el productor David O. Selznick y el propio Hitchcock, dos auténticas fieras creativas espoleadas por un ego desatado.
El productor –situado en el Olímpo de Hollywood tras el éxito arrollador que cosechó su gran apuesta personal, ‘Lo que el viento se llevó’– quería trabajar con el cineasta británico y contactó con él para trabajar en una película basada en el hundimiento del Titanic, un proyecto que atraía a ambos.
Sin embargo, este proyecto nunca llegó a buen puerto y apostaron por ‘Rebeca’, una novela que ya les había enfrentado en el pasado ya que ambos habían pujado en la adquisición de los derechos cinematográficos.
Cuando Manderley se convirtió en un polvorín
Selznick no tardó en calzarse los guantes de boxeo cuando mostró su disconformidad con el primer borrador del guion, escrito por Hitchcock, porque la consideraba «una versión deformada y vulgarizada del libro».
La elección de los actores, de la música, de la fotografía, de los lugares del rodaje…, cualquier detalle de la puesta en marcha del filme se convertía en un ring en el que Selznick y Hitchcock en encaraban en un enconado duelo dialéctico. Para colmo de males, la novelista se sumó a la batalla tras mostrar su disconformidad con la elección de Hitchcock para dirigir la adaptación de su libro.
Du Maurier no había quedado nada contenta de la versión que hizo el director de su cuarta novela, ‘La posada de Jamaica’.
El actor Laurence Olivier también ocupó su puesto en el ring cuando se enteró de que la elegida para interpretar a la segunda señora de Winter era Joan Fontaine y no su compañera sentimental, una Vivien Leigh divinizada tras encarnar a la protagonista de ‘Lo que el viento se llevó’.
Olivier tomó buena nota de ello y se esmeró en torpedear a Joan Fontaine, una actriz poco segura de sí misma que debía soportar duras horas de ensayo, exigentes pruebas fotográficas y hacer frente a la hostilidad de Olivier.
Atento a todo ello, el director optó por aprovecharse de semejante polvorín y logró que el tormento que perseguía a la actriz se reflejara en su personaje.
‘Rebeca’ se convirtió en un gran éxito de taquilla, fue elegida entre las diez mejores películas de ese año y obtuvo once nominaciones a los Óscar, incluyendo mejor película –que, finalmente ganó–, mejor director y mejor actriz y actor principal, entre otros.
Nueva versión Netflix
Ochenta años después, la plataforma Netflix estrenará una nueva versión protagonizada por Armie Hammer –‘Llámame por tu nombre’– y Lily James –‘Mamma mia!’–.
Esta nueva adaptación ha sido dirigida por Ben Wheatley, autor del thriller de ciencia-ficción ‘High Rise’, y el guion lleva la firma de Jane Goldman, autora del libreto de la película de terror gótico ‘La mujer de negro’.
Lily James señaló que su papel de 'segunda señora De Winter' le había provocado ataques de pánico mientras luchaba por sacarse el personaje de la mente.
«Me resultó muy difícil dejar ir al personaje. Ella es realmente acosada y todo con luz a gas, vive en un espacio difícil. No conseguí encontrar mi ubicación exacta luego de terminar de interpretarla. Seguí teniendo ataques de pánico después de que terminó, no pude evitarlo», recordó la actriz.