Biarritz vs Baiona, capítulo 112; una plaza para el Top 14 sobre el césped de Aguilera
Más de un siglo, más de un centenar de derbis, pero casi ninguno con la trascendencia del de este sábado. Biarritz Olympique y Aviron Bayonnais, los máximos exponentes del rugby vasco, se juegan en Aguilera una plaza en el Top 14. Una final, como las vividas en 1934 o 1995.
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Han transcurrido 113 años y medio desde que primer derbi de rugby entre Biarritz y Baiona. En enero de 1908 se vieron las caras en Aguilera el Biarritz Stade –que más tarde se fusionaría con el Biarritz Sporting Club para dar origen al Biarritz Olympique– y el Aviron.
Desde entonces se han disputado 111 encuentros entre rojiblancos y albiazules, todos marcados por esa rivalidad que se gastan los vecinos cercanos –menos de 5 kilómetros en línea recta separan ambos campos–, pero pocos con tanta trascendencia como el derbi 112, el que se disputa este sábado en terreno biarrota, a partir de las 17.30.
Y eso que en 1934 se enfrentaron en Toulouse para dirimir el Campeonato francés, que se llevó Aviron con un marcador de 13-8. Quizás se asemeje más al de este sábado el que disputaron en 1995 –cuando se produjo el salto al profesionalismo–, con el ascenso en juego y también con victoria de los de la capital (9-8). El último hasta ahora se jugó en el Jean Dauger el 4 de abril de 2019, jornada 27 de la liga ProD2, con triunfo rojiblanco (14-19).
Aquella temporada acabó con el ascenso de Aviron, mientras que Biarritz se quedaba en el purgatorio de la segunda categoría. Dos años después, los rojiblancos tienen la opción de darle la vuelta a la tortilla en este ‘barrage’ (promoción) que disputan el penúltimo del Top14 y el subcampeón del ProD2.
Unos 5.000 espectadores
Biarritz cuenta con la ventaja del factor cancha. Más ahora, que se ha aflojado la mano y se permitirá la presencia de 5.000 aficionados en las gradas. Más del 80% de esas entradas se han reservado para los abonados rojiblancos, que estarán en clara mayoría.
El BO llega tras una campaña constante en lo deportivo pero abrupta en lo institucional. Se afianzó pronto en la tercera plaza liguera y ahí navegó plácidamente hasta los play offs. Dio la campanada en Vannes en semifinales, pero no pudo con Perpignan en la final.
Mientras, los problemas económicos siguen ahí y su presidente Jean-Baptiste Aldigé está enfrentado con la alcaldesa Maider Arosteguy, con el lehendakari Jean-René Etchegaray –que además es alcalde de Baiona–, con los medios de comunicación… El veto municipal a sus planes inmobiliarios le ha llevado a amenazar con una deslocalización del club. A los hinchas de la Real Sociedad la situación se les puede hacer comparable con aquel derbi en Mendizorrotza en 2008, con Badiola de presidente.
En la trinchera de enfrente la situación es casi inversa. A orillas del Aturri hay buena sintonía entre las instituciones y el club que dirige Philippe Tayeb, con la remodelación del Stade Jean Dauger como buque insignia. No es oro todo lo que reluce, pero Aviron trabaja con un plan que tiene como objetivo consolidarse en la élite.
Sin embargo, en lo deportivo el curso ha sido una montaña rusa, con un largo parón por un brote de covid –los de su plantilla fueron de los primeros casos de cepa inglesa en Euskal Herria– y resultados extremos con derrotas como las cosechadas ante Lyon (62-10) o Clermont (73-3) y victorias inesperadas ante gallitos como el propio Clermont (21-19), Racing (23-13) o Toulouse (28-32).
Reconocía Jean Monribot, uno de los jugadores más experimentados de Aviron, que la rivalidad entre ambas poblaciones –que sobre el mapa conforman junto a Angelu una única ciudad– «va más allá de lo deportivo». Por algo los intentos de fusión han venido siendo dinamitados desde dentro. La próxima temporada uno se codeará con la élite y el otro peleará por volver a ella. La incógnita se despejará en el derbi 112.