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Netanyahu se exculpa: «Odio el champán, aunque a veces me siento con un puro»

El primer ministro de Israel ha subido al estrado para declarar por primera vez sobre uno de los tres delitos de corrupción que se le imputan. En este caso se le acusa de recibir costosos regalos a cambio de legislar en favor del dueño de un importante periódico.

Benjamin Netanyahu durante una reciente visita a sus soldados. (Menahem KAHANA | POOL/AFP)

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ha subido este martes por primera vez al estrado ante el Tribunal de Distrito de Tel Aviv para ofrecer su testimonio sobre uno de los tres casos de corrupción que se le imputan, en los que es acusado de fraude, cohecho y abuso de confianza.

En relación con el caso 1.000, que lo acusa de presunto fraude y abuso de confianza por recibir costosos regalos de parte del empresario Arnon Milchan entre 2007 y 2016 a cambio de favores relacionados con intereses comerciales y la obtención de visas, ha calificado la acusación como «doblemente absurda. Eso es una mentira total. Trabajo 17 o 18 horas al día. Todo el que me conoce lo sabe».

Respecto a los lujosos regalos, como puros y champán, que supuestamente habría recibido de Milchan, Netanyahu ha zanjado la cuestión de esta manera: «Odio el champán, no puedo beberlo. A veces me siento con un puro, pero no puedo fumarlo todo de golpe porque lo hago entre reuniones».

El comienzo de su testimonio ha estado dedicado a describir sus condiciones de trabajo y su vida familiar, y ha asegurado que su esposa, Sara, ha sido objeto de una «terrible difamación».

Ha lamentado además que haya tenido que enfrentarse a una «terrible cobertura de prensa» y a estas acusaciones mientras afrontaba asuntos nacionales críticos.

No obstante, al ser interrogado posteriormente por su abogado sobre cómo le afectan las acusaciones, ha replicado que «si digo que es una gota en el mar, sería una exageración. Estoy ocupado con asuntos de importancia mundial».

La defensa de Netanyahu ha solicitado reiteradamente, aunque sin éxito, que se reduzcan las tres comparecencias semanales de seis horas cada una.

Este juicio marca un hito en la historia de Israel, al ser la primera vez que un primer ministro en ejercicio de sus funciones declara como acusado en un juicio penal. En casos previos, sus antecesores renunciaron antes de enfrentar procesos judiciales.

Casos abiertos

Los otros dos juicios que tiene abiertos Netanyahu son por el caso 2.000 y por el 4.000. El primero de ellos tiene que ver con un supuesto intercambio de favores concertado en 2014 con Arnon Mozes, editor de ‘Yediot Aharonot’, uno de los principales periódicos de Israel.

Según la acusación, Netanyahu iba a recibir una cobertura favorable en ese medio. A cambio habría aceptado promulgar una legislación que limitaría la circulación del ‘Israel Hayom’, diario rival del ‘Yediot Aharonot’.

El primer ministro no está acusado de cumplir esa promesa, pero sí de aceptar tal compromiso, por lo que se le imputan también los cargos de fraude y abuso de confianza. Mozes, también enjuiciado, ha negado haber cometido algún delito.

En cuanto al caso 4.000, los fiscales afirman que, entre 2012 y 2017, el magnate Shaul Elovitch –antiguo dueño del portal de noticias israelí Walla y accionista mayoritario del grupo de telecomunicaciones Bezeq– concedió favores a los Netanyahu y permitió que moldearan según sus intereses la cobertura de ese medio, a cambio de favores regulatorios para Bezeq que no limitaran fusiones o ganancias financieras.

Además de fraude y abuso de confianza, en este caso está también acusado de cohecho, lo que puede conllevar penas de prisión de hasta 10 años. Los Elovitch, que han sido enjuiciados, niegan haber cometido algún delito.

Hasta 2028 o 2029

La Policía también abrió en su día el caso 3.000, que se refería a supuestas irregularidades en la adquisición por parte del anterior Gobierno de Netanyahu de submarinos de fabricación alemana, pero finalmente fue absuelto.

Si es declarado culpable con condena firme, Netanyahu debería dimitir, pero mientras dure el juicio puede mantenerse en el poder, ya que la ley israelí indica que un ministro debe renunciar si es acusado, pero no se aplica al jefe de Gobierno. Es poco probable que el juicio, incluidas las posibles apelaciones, termine antes de 2028-29.