Adiós a Gianni Savio, el «príncipe» de los cazatalentos del ciclismo
Una larga enfermedad se ha llevado en las últimas horas a este directivo deportivo que en las últimas cuatro décadas ha sido capaz de descubrir a decenas de ciclistas, sobre todo en Latinoamérica.
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El mundo del ciclismo llora el fallecimiento de Gianni Savio, uno de los directores deportivos más peculiares de las últimas tres-cuatro décadas. Un verdadero cazatalentos, quizás el mejor de todos gracias a su capacidad de hacer entrar en el pelotón a través de sus equipos a corredores absolutamente desconocidos para entonces.
Un nombre sobre todo ha destacado en los últimos años: Egan Bernal, ganador del Tour de France en 2019 y del Giro d'Italia en 2021. Con Colombia y Sudamérica en general siempre tuvo unos lazos muy especiales Gianni Savio, apodado ‘El Príncipe’ por comportamiento siempre elegante. Si hoy hay en el profesionalismo tantos colombianos, y en el pasado venezolanos, además de sus piernas, mucho mérito lo tenía este empresario de Turín.
Equipos peleones
Savio ha fallecido en la noche del 30 de diciembre a los 76 años después de una larga enfermedad. Su carrera en el ciclismo empezó al principio de la década de los 80, cuando era simplemente el representante de una empresa llamada Galli, que producía frenos para bicicletas y patrocinaba modestos equipos de ciclismo.
Sin ninguna experiencia como corredor, Gianni Savio se movía en esta fauna de manera tan artesanal como eficaz. Y si su abuelo había sido gregario de Costante Girardengo (el primer campionissimo del ciclismo italiano), el nieto sería recordado como el creador casi de un espíritu, extremadamente competitivo y combativo dentro del pelotón.
La táctica de Savio consistía en fichar a jóvenes con una misión básica; atacar en los primeros kilómetros. Y a veteranos en busca de segunda o tercera oportunidad, como Scarponi
Los equipos construidos por Gianni Savio siempre han sido muy reconocibles: cambiaban de nombre a menudo, porque los patrocinadores y los proveedores entraban y salían, pero el estilo se mantenía firme. Consistía en fichar a jóvenes, igual los mejores entre los aficionados o igual no, e integrarlos en el grupo con una sola misión básica: atacar en los primeros kilómetros, ir en fuga, hacerse ver, porque la tarjeta de invitación para el Giro d'Italia obligaba a justificar su presencia.
Así aparecieron equipos como Selle Italia y Androni Giocattoli. O Drone Hopper. Con corredores jóvenes, como queda explicado, pero a veces también chicos en busca de una segunda o tercera oportunidad, tras quedar descartados por los grandes equipos. En este sentido el caso de Michele Scarponi fue el más notable, cuando entre 2009 y 2010, ya con 30 y pico años, ganó tres etapas en el Giro. La última etapa ganada por un corredor de Savio en la Corsa Rosa fue gracias a Fausto Masnada, en 2019.
Conexión con Colombia
«Sigo recibiendo llamadas desde todas partes de América del Sur, me avisan sobre algún talento pero no puedo fichar a todos», admitía Gianni Savio hace tres o cuatro años. De hecho Colombia ya se había colocado en el mapa del ciclismo en los 80, gracias a Fabio Parra por ejemplo, tercero en el Tour de 1988, o Luis Herrera. Una generación, aquella, tan dorada como pasajera.
Su mayor éxito, así lo admitía, fue como seleccionador colombiano en 2002, cuando Botero ganó el Mundial en contrarreloj
En busca de continuidad más allá de sus fronteras, el ciclismo colombiano y venezolano encontraron en Savio una especie de salvador, y varios escaladores de aquella zona entraron en el pelotón gracias a Gianni. Nombres icónicos como Cacaíto Rodriguez, gran rival en la montaña de Miguel Indurain, o Santiago Botero, único colombiano capaz de ganar un mundial, en 2002, en contrarreloj. Con Gianni Savio seleccionador del equipo, por supuesto. «Mi mayor éxito fue aquel», declaró una vez.
Otro éxito, sin duda, estriba en haber forjado o ayudado a volver a ciclistas de aquella zona del mundo con mucho talento. El más destacado ha sido Egan Bernal, hoy día en Ineos, que debutó en el pelotón gracias a Savio y a su Androni Giocattoli entre 2016 y 2017. Llegó a Italia como un chavalín para luego ganar Tour y Giro, ya con otro equipo.
Él y muchos otros deben su vida ciclista al ‘Príncipe’ Gianni, cuya muerte deja un hueco en el pelotón, en cierta moda icónico: en una era de grandes sponsors y contratos millonarios, su visión y sagacidad para sacar ciclistas casi de la nada era única.