Incels: la frustración masculina convertida en misoginia
El movimiento incel cada vez gana más espacio en internet y su impacto llega también a traspasar lo digital. Si bien estos hombres que se autodenominan «célibes involuntarios» no están organizados de manera formal, se apoyan los unos en los otros para culpar a las mujeres de sus frustraciones.
La expansión de las comunidades de incels en internet ha hecho saltar las alarmas entre especialistas en psicología, comunicación y estudios de género. Estos grupos de hombres que se definen como «célibes involuntarios» se caracterizan por una fuerte frustración hacia las relaciones afectivas y sexuales, a menudo canalizada en discursos misóginos y antifeministas. Con el auge de las redes sociales y las plataformas digitales, el fenómeno ha evolucionado hacia una estructura global que fomenta narrativas de odio y, en algunos casos, episodios de violencia.
El movimiento incel tiene sus raíces en distintos factores sociales y psicológicos. Convergen la falta de habilidades sociales, experiencias de rechazo y una autoestima frágil, con una cultura que perpetúa modelos de masculinidad rígidos que hace que estos hombres no se hagan cargo de sus propias inseguridades.
La revista Evolutionary Psychological Science publicó una investigación en 2022 que reveló que el 75 % de los participantes que se identificaban como incels tenían un diagnóstico clínico de depresión grave o moderada, y el 45 % sufrían ansiedad grave. Un estudio realizado este año por la Comisión para la Lucha contra el Extremismo del Gobierno del Reino Unido ha detectado altos niveles de percepción de victimización, ira, misoginia y problemas de salud mental entre los hombres que se identifican como incels.
Según Aleix Comas, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya, muchos de los incels «presentan dificultades para establecer relaciones sociales y afectivas, a menudo por baja autoestima y problemas de ansiedad social» y consideran que la culpa de lo que les ocurre la tienen las mujeres. Tienen una visión rígida del género que les dificulta crear vínculos afectivos, así como una concepción errónea sobre las relaciones interpersonales.
Los expertos apuntan como elemento clave a la influencia de los medios de comunicación y a la sociedad, en general. «El discurso incel se ha integrado en una narrativa más amplia de extrema derecha, antifeminismo y supremacismo masculino. Esto hace que el problema no sea solo de unos pocos individuos, sino de una estructura social que da cabida a estas ideas», explica Anna Clua, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.
El movimiento se retroalimenta en internet
Aunque los incels no son una organización formal, su actividad se concentra en foros y comunidades digitales, donde comparten experiencias y consolidan un discurso basado en la victimización y la rabia hacia las mujeres. Esta narrativa se refuerza en espacios virtuales como Reddit, 4chan y distintas plataformas de la llamada ‘machosfera’, en la que el discurso se radicaliza. «El hecho de poder expresarse con total impunidad y sin fronteras otorga una sensación de heroicidad que atrae la atención», apunta Clua.
Este discurso a menudo se entrelaza con otras ideologías antifeministas y de extrema derecha. Begonya Enguix, catedrática de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC, alerta de que «ya no podemos decir que el antifeminismo y la negación de la violencia machista se limitan a estos foros digitales: estas ideas se han filtrado en otros ámbitos de la sociedad».
Esto se ve reflejado en el aumento de discursos de odio y en la normalización de actitudes machistas en espacios donde, hasta hace poco, estos posicionamientos habrían sido rechazados. El auge de la misoginia en foros, plataformas e incluso en algunos sectores políticos deja entrever que no se trata de un problema aislado.
El impacto traspasa lo digital
En los últimos años, individuos que se identificaban como incels han perpetrado varios ataques violentos. El caso más mediático fue el de un ataque en Toronto en 2018, en el que un hombre atropelló mortalmente a varios peatones tras publicar mensajes propios de este discurso en las redes. Por este motivo, en algunos países, los incels ya son tratados como un riesgo de terrorismo emergente.
Los expertos señalan la necesidad de hacer frente al fenómeno desde múltiples perspectivas, con el objetivo de evitar que se extienda y se consolide en las estructuras sociales. «La educación emocional es clave para que estos individuos aprendan a gestionar sus frustraciones de forma más sana y no caigan en dinámicas de odio y resentimiento», apunta Comas. La promoción de una masculinidad alternativa, menos ligada a estereotipos de poder y dominación, también podría ser una estrategia eficaz para frenar el crecimiento de este movimiento.
Por su parte, Clua destaca que la regulación de los discursos de odio en línea depende en buena medida de los gobiernos y asegura que, sin un control adecuado, estos espacios digitales seguirán actuando como amplificadores de ideologías que normalizan el odio y la violencia.
También es fundamental cambiar la forma en la que los medios tratan este fenómeno. «Mientras nos centremos solo en estas cuestiones, la ideología de extrema derecha seguirá ganando terreno de representación», concluye Clua. Por último, Enguix destaca la necesidad de implicar a los hombres en la lucha contra estas ideas: «Los hombres deben participar en la búsqueda de fórmulas para superar las violencias y las desigualdades que todavía sufrimos».