Monbar, culmen de los GAL y prueba de su impunidad y del maltrato a las víctimas
El atentado del Monbar hace ahora 40 años no solo marcó el pico de crueldad de los GAL, sino que es hoy la constatación de la impunidad, dado que la condena se limitó a dos mercenarios. También de la discriminación a los familiares, que han acudido al acto, invitadas por Gogora.
La iniciativa de Gogora sobre los 40 años de «la mayor masacre de los GAL» ha incluido este martes una mesa redonda que ha puesto perspectiva sobre el atentado del Monbar y el terrorismo de Estado en general. Ha reunido a Ainara Esteran en representación de Egiari Zor; Jon Mirena Landa, catedrático de Derecho Penal de EHU: y un experto llegado de Madrid, Jerónimo Ríos, doctor en Ciencias Políticas que ha estudiado el terrorismo de Estado recogiendo testimonios de víctimas de los GAL. Familiares de los refugiados fallecidos en la matanza de Baiona -Agustin Irazustabarrena, Inaxio Asteasuinzarra, Joxe Mari Etxaniz y Sabin Etxaide- han acudido al acto.
«No hablamos solo de Historia, sino de heridas abiertas», ha destacado la moderadora, Maitena Salinas, que ha expuesto que con los GAL vino a surgir el terrorismo de Estado por su carácter más organizado. Landa ha matizado esta tesis de entrada: «El GAL no nace de la nada, hay una continuidad», ha dicho, apuntando que como mínimo desde 1960 se pueden contar 167 muertos «entre actividad policial y parapolicial».
Jerónimo Ríos ha ubicado los GAL en el Plan ZEN, «que venía a naturalizar un estado de excepción. Los años 1984 u 1985 son especialmente violentos porque se busca presionar a Francia. Es realmente sangrante el testimonio de José Amedo jactándose de ello». Ha apuntado aquí, por cierto, que el Estado francés tiene una deuda con su responsabilidad por omisión en estos atentados, y que también la tiene el Estado español con las víctimas de nacionalidad francesa, que han quedado abandonadas.
«Las víctimas lo viven en el más absoluto abandono -ha destacado Ainara Esteran al ser preguntada por la experiencia de las del Monbar–. No tuvieron ningún apoyo institucional, ni del Estado francés, ni del español, ni de las instituciones vascas. Incluso tuvieron problemas para ver a sus familiares fallecidos o para traerlos a casa, no pudieron darles el adiós que deseaban, los pueblos estuvieron tomados por la Policía...»
En los 90 se empezó a hablar de víctimas de violencia política, pero estas siguieron excluidas y se les aplicó una cierta consideración de que «se lo merecían». La representante de Egiari Zor ha denunciado que, pasadas tantas décadas, todavía «sigamos en un proceso de reconocimiento, e incipiente». Hoy día siguen viendo negado su derecho a la verdad, y eso se hace, además «de forma oficial, con la Ley de Secretos Oficiales. Eso es tratarnos como párvulos, porque ¿qué secretos puede haber ahí que hoy supongan un riesgo para la seguridad? Se hace para garantizar la impunidad de los responsables».
Esteran (Egiari Zor): «Hemos naturalizado que los crímenes del Estado sean impunes, que todo quede en una nebulosa. Como sociedad es un síntoma preocupante»
Ríos ha apuntado aquí que quizás los responsables políticos de este terrorismo de Estado recurrieron a la práctica habitual en otros países respecto a sus subordinados policiales: «No saber. ‘Yo te doy manga ancha, pero no me cuentes lo que haces’».
Solo tres sentencias de «segundo nivel»
Hablando de impunidad, Landa ha alertado del intento actual de dar a entender que sobre los GAL «más o menos se hizo justicia» (algo que han manifestado diferentes dirigentes del PSOE y el PSE). La realidad es que hay muy pocas sentencias. El catedrático vasco ha detallado cómo en este caso del Monbar apenas se condenó a dos mercenarios «pero estamos ciegos respecto a las instancias que seguían hacia arriba». Ha explicado que realmente solo hay tres sentencias que lleguen más o menos «al segundo nivel» (caso Amedo-Domínguez, Segundo Marey y Lasa-Zabala). Y de ahí hacia escalas superiores, ninguna.
«Hemos naturalizado que los crímenes del Estado sean impunes, que todo quede en una nebulosa. Como sociedad es un síntoma preocupante», ha remachado Ainara Esteran.