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Machado, Trump y la tormenta perfecta que sacude a Venezuela

El galardón a María Corina Machado y la ofensiva militar impulsada por Donald Trump reavivan las tensiones entre Venezuela y EEUU, situando al país sudamericano en el centro del tablero geopolítico.

Maduro en el desfile militar del Día de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú. (KIRILL KUDRYAVTSEV | AFP)

Nunca se fue, pero Venezuela vuelve al centro del debate público tras el nombramiento ayer de María Corina Machado como ganadora del Premio Nobel de la Paz 2025. Tras una de las selecciones más inesperadas de los últimos años, la opositora antichavista ha conseguido el reconocimiento no solo del Comité Noruego —encargado de otorgar el galardón—, sino también de medios de comunicación y líderes políticos de todo el mundo que se han hecho eco de la noticia. Y el anuncio, recibido con júbilo por parte de sus seguidores y con cautela por sus adversarios, ha reactivado la discusión internacional sobre la legitimidad del Gobierno venezolano.

«Lo recibe por su incansable labor para la promoción de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha para lograr una transición justa y pacífica de una dictadura a una democracia», explicó el presidente del Comité, Jørgen Watne Frydnes, ante los medios.

Aunque todavía no ha habido declaraciones oficiales por parte del presidente venezolano, Nicolás Maduro, en el Palacio de Miraflores difícilmente esperaban semejante golpe político. Desde que gran parte de la comunidad internacional acusara al mandatario de fraude electoral en las elecciones generales de Venezuela de 2024, comicios en los que el partido de Machado se autoproclamó victorioso, Maduro ha rechazado de forma tajante tales señalamientos y ha reivindicado la legitimidad de su Gobierno. Aun dentro del país pero bajo la clandestinidad, Machado ha llegado incluso a pedir la intervención de Estados Unidos en Venezuela, algo sorprendente para los criterios del Nobel de la Paz.

María Corina Machado asiste a una protesta convocada por la oposición en Caracas. (Juan BARRETO | AFP)
María Corina Machado asiste a una protesta convocada por la oposición en Caracas. (Juan BARRETO | AFP)

La concesión del galardón a Machado no hace más que reavivar el recuerdo de aquellas elecciones convulsas, marcadas por la negativa del oficialismo a presentar las actas electorales, lo que alimentó las dudas y las críticas externas.

En el punto de mira

Sin embargo, ese no es el único frente abierto para el sucesor de Hugo Chávez. A miles de kilómetros de Oslo, las aguas caribeñas que bañan las costas venezolanas han sido escenario de una nueva crisis: los ataques ordenados por Donald Trump contra embarcaciones venezolanas sospechosas de narcotráfico. Durante su campaña presidencial, Trump convirtió la lucha contra el narcotráfico en uno de sus ejes centrales, y ahora, ya en el poder, ha materializado esa promesa con una serie de operaciones militares sin precedentes recientes que han provocado inquietud en toda la región.

El despliegue de al menos ocho buques de guerra y un submarino en el Caribe oriental, junto con aviones de combate F-35 Lightning II en Puerto Rico, fue la antesala de lo que pronto se concretaría: cuatro ataques y 21 personas muertas. Esta escalada ha desatado una de las mayores tensiones entre Estados Unidos y Venezuela en años. En respuesta, Caracas ha lanzado maniobras militares, movilizado milicias y desplegado sus aviones de combate de fabricación rusa como parte de una campaña de «defensa de la nación» que busca enviar un mensaje de fuerza y soberanía.

En una tesitura global en la que la autoridad y efectividad del derecho internacional es cuestionada a diario, no parece que este caso vaya a dar ningún halo de esperanza. Aunque en palabras de Salvador Santino Regilme, politólogo y director del programa de Relaciones Internacionales de Universidad de Leiden, estos ataques son «jurídicamente insostenibles», no ha habido —ni parece que vaya a haber— represalias directas contra Washington.

Por mucho que líderes como Gustavo Petro o Luiz Inácio Lula da Silva, presidentes de Colombia y Brasil respectivamente, se hayan manifestado en contra de dichas acciones, Estados Unidos sigue jugando en una liga propia, donde no hay más jueces que ellos mismos y donde la geopolítica prima sobre el derecho internacional.

En definitiva, Venezuela se encuentra bajo una doble presión: militar, por parte de la administración Trump, y política, tras el impacto internacional del Nobel a Machado. Más allá del simbolismo del galardón, en política la narrativa es poder. Y hoy, esa narrativa coloca a Venezuela en una posición frágil, observada y cuestionada por buena parte del mundo, en un tablero donde ahora, como pocas veces antes, reina la incertidumbre.