La «lucha por la supervivencia» de los menores en un Haití al límite
La violencia de las bandas en Haití se ha cobrado la vida de más de 16.000 personas desde 2022, y este año se ha registrado un preocupante aumento de las muertes por uso desproporcionado de la fuerza de los cuerpos de seguridad. Preocupa la situación de los menores.
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Ania fue violada cuando iba en busca de agua. Es una de los más de 680.000 niños desplazados por la violencia de las bandas criminales en Haití, donde cada día es sinónimo de «lucha por la supervivencia», denunció Unicef. «Han pasado muchas cosas en mi vida. Si no fuera valiente, no estaría aquí», cuenta Ania (nombre ficticio), de 15 años, a Unicef.
El suyo no es un caso aislado. En Haití, «los niños no son víctimas colaterales. Son objetivo directo» de las bandas, alerta Unicef en un reciente informe.
«Haití está al borde del colapso», declara a la AFP Roberto Benes, director de la agencia para América Latina y el Caribe: «No podemos permitir que esta generación sea olvidada», añade preocupado por que otras crisis en el planeta invisibilicen la situación del país.
La ONU denunció el año pasado 2.269 delitos graves contra 1.373 niños. A 213 los mataron, 138 resultaron heridos, 566 fueron víctimas de violencia sexual (incluidas 406 violaciones y 160 violaciones colectivas) y 302 fueron reclutados por bandas. Estima que 2,7 millones (1,6 millones de mujeres y niños) de los casi 12 millones de habitantes del país viven en zonas controladas por las bandas.
MILLONES NECESITADOS DE AYUDA
«Si no se restablecen urgentemente los servicios de protección, toda una generación corre el riesgo de crecer expuesta constantemente a la violencia y la explotación», advierte Unicef. Así, el numero de niños desplazados, algunos varias veces, casi se ha duplicado en el último año hasta los 680.000. Se trata de menores que a veces se encuentran solos y buscan refugio en edificios abandonados, escuelas o refugios improvisados sin agua potable ni sistemas de saneamiento, condiciones propicias para la propagación de enfermedades, en particular el cólera.
En 2025, más de 3,3 millones de niños necesitan ayuda humanitaria, frente a los tres millones del año pasado. Un millón de menores sufren inseguridad alimentaria grave. En total, 5,7 millones de haitianos, el 51%, se enfrentan a ella, una cifra que se elevará a los 6 millones en junio, según el Marco Integrado de Clasificación de la Seguridad Alimentaria (IPC).
«Para los niños de Haití, esta acumulación de crisis es sinónimo de una lucha diaria por la supervivencia, de escuelas cerradas, de hospitales desbordados y de infancias truncadas por la violencia, el abandono, la explotación y el hambre», explica Unicef. «Lo que deseo para los niños de Haití, no solo para los míos, es que terminen sus estudios, aprendan un oficio y tengan un futuro», resume Blandine (nombre ficticio), madre de dos hijos y cuyo caso Unicef recoge en el informe.
«El sistema educativo está siendo atacado (…) al menos uno de cada cuatro niños en Haití no está escolarizado», lo que aumenta las probabilidades de ser reclutados por las bandas: «Niños de apenas 10 años se ven obligados a portar armas, hacer guardia o realizar otras tareas peligrosas», afirma la agencia.
A finales de septiembre, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dio luz verde a una resolución impulsada por EEUU y Panamá para la ampliación de la una misión multinacional (Fuerza de Eliminación de Pandillas, GSF) de apoyo a la Policía de Haití, que contará con hasta 5.500 militares o policías.
La iniciativa suscita más escepticismo que entusiasmo en este país donde, según datos de la ONU, se han registrado más de 16.000 muertes por la violencia de las pandillas desde el inicio de 2022.
MISIÓN FRACASADA
En los últimos 35 años, los haitianos han visto desfilar al menos una decena de misiones de este tipo sin que se haya producido algún cambio real y efectivo. La última, la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSS) en Haití, que, dirigida por Kenia, ha dado muy pocos resultados y será sustituida por la GSF.
Estas misiones, a menudo criticadas, no suelen lograr los resultados esperados y, por el contrario, han dejado malos recuerdos a los haitianos. Es el caso, por ejemplo, de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (Minustah), responsable del brote de cólera de 2010, que mató a unas 10.000 personas.
Sin olvidar que la Minustah fue a menudo denunciada por explotación sexual e impedir que la población civil se manifestara en las calles contra los Gobiernos de la época, en un país en el que las misiones de paz se suceden, pero nunca logran pacificar de forma duradera.