OCT. 20 2024 GASTROTEKA La ensaladilla rusa y sus debates Hoy vamos a hablar de un pequeño vicio del chef de 7K, y es que para él casi no hay nada más apetecible que una ensaladilla rusa. Hablamos de la historia de esta preparación, del debate sobre utilización de mayonesa industrial o casera y, finalmente, con una propuesta más atrevida. (Getty) Javi Rivero Amigos, familia, hace menos de nada que se ha celebrado el concurso estatal de ensaladilla y yo, voy, y me entero tarde. Si es que no se puede llegar a todo… Y, además, siendo conocedor de mis propios gustos, me hubiese encantado formar parte del jurado que ha tenido el lujo de degustar todas las ensaladillas finalistas y decidir cuál fue la mejor. Pero, viendo la variedad y diferencia entre todas las que allí competían por ser la mejor, entiendo que el trabajo del jurado no fue fácil. Las ensaladillas se cataban a ciegas. Esto quiere decir que los miembros del jurado no sabían en ningún momento quién era el autor de lo que estaban catando. Opino que es la mejor forma de que se lleven a cabo este tipo de concursos, porque de algún modo se esquivan posibles influencias en los resultados, amiguismos y trampas de mus. Y lo digo porque a uno de los finalistas, que por supuesto no ha ganado, no le pareció bien que el ganador, supuestamente, utilizara una mayonesa “de bote” o “industrial”, de una marca que patrocinaba el propio concurso. Mi parecer frente a esta situación es; si la ensaladilla está buena y cumple los requisitos que el concurso marca, ¡zorionak al vencedor! En este caso fue el Pampin de Santiago de Compostela. Hay que saber perder, familia… Mi amona hace la mejor ensaladilla del mundo y también una mayonesa que está brutal, pero la ensaladilla la hace con mayonesa de bote, del bote amarillo del que sale la mayonesa con forma de estrella, cual pasta de dientes, típica de un plato clásico de los 80. No voy a ser yo el que diga que eso no está bien… y el que así lo piense, que me dé un tupper y yo se lo lleno de esta ensaladilla que cura los problemas de humildad. A ver si así cambiamos de pareceres. Amigos, familia, no podemos competir con el avance tecno-alimentario. No merece la pena discutir. Centrémonos pues en el regoce absoluto. Sí, en el re-goce, de gozar multiplicado por dos, que, con la ensaladilla, el vicio que tengo, me da para un disfrute preocupantemente largo. También pienso que casi cualquier cosa con mayonesa está buena, pero por centrar el tiro y no pasarme salivando (lo intentaré) el rato que me lleve compartir este ratito, hoy me centraré en la rigurosa investigación sobre el origen de la ensaladilla. Puede que hayamos hablado sobre este tema, pero como hoy sé (creo) más que ayer y menos que mañana (espero), mi parecer y lectura sobre este tema seguro que ahora son distintos. Ya sabéis que, que un producto tenga como apellido un lugar, no implica expresamente que su origen tenga realción directa con este. Pero, en el caso de la ensaladilla, se da el caso de que sí lo tiene. No sé por qué, me esperaba que el origen fuera otro, pero no. La ensaladilla rusa, es rusa. Qué bajón, ¿no os parece? Qué poco misterio… Pues resulta que fue un cocinero franco-belga llamado Lucien Olivier quien sirvió por primera vez en el centro de Moscú una ensalada que llevaba, ojokuidau… En el centro: carne cocida de urogallo, perdiz, venado, caviar, alcaparras, caldo en gelatina. Alrededor: colas de cangrejo, lengua de ternera, patatas cocidas, huevos duros y pepinos. Todo se coronaba con una mayonesa aderezada con mostaza y especias. Yo me imagino el tamaño de la bandeja y me entran al mismo tiempo hambre y ansiedad. Y seguro que a los que, en 1864, tenían la suerte de pedir semejante ensalada también les pasaba. Por eso, entiendo que la tendencia era la de mezclarlo todo y “pa’ dentro”. De ahí que el bueno de Lucien adelantara el trabajo terminando por servirla ya mezclada y con más salsa él mismo. Es decir, que de su ensalada inventó o derivó su ensaladilla. A mí lo primero que me viene a la cabeza es pensar que semejante mezcla no puede terminar en “illa”. Pero, a su vez, tiene gracia. Es como llamar “txiki” a un mastín. El siguiente gran paso de este pedazo de plato se da en la revolución rusa, este se modifica y nacen versiones con hortalizas más humildes, huevo, pollo o jamón cocido. Aun así, no se sabe del todo cómo llega hasta nuestra gastronomía y menos todavía cómo llega a ser una de las recetas más versionadas, valoradas y referenciadas de nuestro entorno. Donde se ponga una buena ensaladilla… que se quite el mejor jamón. Bueno, con lo del jamón a lo mejor me he pasado, pero mejor que muchos jamones ya es comerse una buena ensaladilla, ¿no es así? Amigos, familia, como lo del vicio no lo he podido controlar del todo, os voy a dejar por aquí una ensaladilla muy pero que muy distinta. Quizás sea, de todas las que os he propuesto hasta ahora, la más distinta o la que más se sale de mi recetario afín. INGREDIENTES : melocotón 1 ud, lacón o jamón asado 300 g, huevo cocido 2 ud, albahaca 1 manojo, piparras encurtidas 10 uds, pimiento asado 50 g, mayonesa, aceite de oliva, vinagre de manzana, pimienta negra y, si os animáis, trufa. Para elaborarla lo primero de todo es cortar en dados pequeños el melocotón, el lacón y los pimientos asados. Seguidamente, se ralla el huevo y se pican las piparras muy muy finitas. A esta mezcla se le añaden unas gotitas de vinagre, sal y pimienta negra y se deja reposar en frío 10-15 minutos. Después, se añade la mayonesa al gusto, se mezcla todo y, por último, se pica la albahaca en juliana fina y se añade también a la mezcla. Como sugerencia de presentación, os propongo una bandeja ovalada, colocar la ensaladilla centrada y terminar con pimienta negra recién molida, aceite de oliva y trufa rallada. No sé si Lucien aceptaría este pulpo como mascota, pero ya os digo yo que este es plato de buena compañía. On egin! La ensaladilla rusa, es rusa. Qué bajón, ¿no os parece? Qué poco misterio… Pues resulta que fue un cocinero franco-belga llamado Lucien Olivier quien sirvió por primera vez este plato en el centro de Moscú