Escribo como ciudadana de a pie, católica y crítica a la vez.

El 15 de diciembre hemos visto como el presidente de la Conferencia Episcopal realizaba un comentario al presidente del Gobierno pidiendo, ante los problemas de corrupción que están saliendo en el Gobierno, dar voz al pueblo y convocar elecciones. No estoy afiliada a ningún partido político, que quede claro.

Me hirió oírle eso al presidente de la Conferencia Episcopal, más aún cuando, recientemente, hemos visto cómo quitaba importancia a las graves denuncias de abuso cometidas por el anterior obispo de Cádiz, Rafael Zornoza. Inmediatamente me pregunté qué hace el presidente de la Conferencia Episcopal pretendiendo incidir en la política, cuando tiene mucho trabajo por hacer dentro de la Iglesia, a la que escogió dedicarse, en principio, para dar ejemplo de vida.

La verdad es que, como católica, me pareció mal ver nada más ni nada menos que al presidente de la Conferencia Episcopal, con los antecedentes que he mencionado, intentando alterar el debate político.

No está en mi persona la intención de molestarle. Me dio pena, como católica, oír lo que estaba planteando teniendo en cuenta su falta de contundencia ante situaciones tan graves como los abusos que se han dado en la Iglesia. Rápidamente me hice una reflexión: Cristo, a quien dice representar en la tierra, ¿qué pensaría de su propuesta?


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Miren Gonzalo López, Santurtzi