El nublado camino a la libertad

Aunque pueda sonar contradictorio, a veces la manera más eficaz de acercar al lector hasta una realidad concreta es desposeerla de sus coordenadas distinguibles, promocionando así su vocación universal. Ni fechas, ni localización, ni incluso un nombre para el protagonista, contiene la nueva publicación, aunque fechada originalmente hace casi tres lustros, firmada por este autor argentino. Incógnitas establecidas ya desde la primera toma de contacto y que aluden a la compra de un esclavo al que su nuevo “dueño” decidirá llevar a trabajar a su castillo. Iniciales huellas de una epopeya que a partir de ahí avanzará derribando fronteras y decálogos literarios para construir una particular y casi indefinible voz.

Heterodoxia que, pese a descansar en casi todos los elementos tradicionales de una novela, haciendo de sus páginas un foco de indeterminación, repeticiones constantes o diálogos atropellados, logra que la narración no solo se desarrolle ágil e intacta, sino que avance de manera sumamente original y desplegando un dominio absoluto por un sinfín de tonalidades: desde la sátira a lo trágico pasando por su trasunto social o una lisérgica ensoñación. Multifacético pulso que igualmente fagocita conceptos y modales de autores tan dispares -también respecto a las disciplinas a las que están adscritos- como Genet, Kafka, Hegel, Fogwill o el cineasta Buñuel, entendiendo su legado como una forma de trasladar el relato costumbrista hasta situaciones desconcertantes pero sustanciales en el natural desarrollo de la historia.

Pero, bajo ese sentido -abiertamente- caricaturesco que adoptan ciertas situaciones y personalidades, hay todo un subsuelo que emerge con absoluta entereza para esgrimir su manto reflexivo. A medio camino entre la lucha de clases, la siempre resbaladiza conducta moral y la inmersión en la problemática de la traslación de la dialéctica revolucionaria a una ejecución práctica, Pablo Katchadjian entona su propio manifiesto surrealista acerca del complicado proceso de emancipación propio y colectivo.

Nada en esta novela, y visto el resultado alcanzado es digno de agradecer, transcurre de una manera lineal ni homogénea, ya sea en lo que atañe a su aspecto formal o mucho menos a su exposición discursiva. Si su aparente dispersión es al mismo tiempo su principal foco de atracción, igualmente tras su policromática trama asoma una provechosa e inquietante reflexión sobre la incierta adaptación a un paisaje por el que correr libre para quien ha vivido siempre maniatado.