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MÚSICA

Jeff Tweedy

(Douglas Mason | Getty Images)

Con más de tres décadas de canciones a sus espaldas, Jeff Tweedy, líder de Wilco, regresa con su obra más ambiciosa como solista: el triple álbum “Twilight Override”. Este trabajo de 30 canciones, distribuidas en tres discos, se presenta como un hito en su carrera, un ejercicio expansivo. Tweedy lleva mucho tiempo siendo una figura singular en la música contemporánea. Primero con Uncle Tupelo, luego como líder creativo de Wilco y, desde hace años, también como solista prolífico. Su último álbum antes de este fue “Love Is the King” en 2020. La espera de cinco años no ha sido de quietud, Tweedy afirma que la creatividad sirve para hacer frente a la oscuridad y que, en tiempos tan convulsos, ha sentido la necesidad de alzar la voz como punto de partida para este disco.

El lugar donde ha ido dando forma a este nuevo trabajo ha sido su propio estudio en Chicago, The Loft, donde ha dirigido la producción junto a su colaborador habitual Tom Schick. Las canciones las ha ido gestando durante los últimos dos años, con un plantel de músicos en el que figuran el guitarrista James Elkington, las voces de Sima Cunningham y Macie Stewart (de la banda Finom), el bajista Liam Kazar y -de manera especialmente personal- sus hijos Spencer y Sammy Tweedy. Las tres partes que conforman el álbum pueden existir por separado, pero juntas cuentan una historia del pasado, presente y futuro.

El triple álbum se abre con el tema “One Tiny Flower” y continúa desplegando una mezcla de folk introspectivo, momentos de carácter más rockero y pasajes reposados. Entre los ejes del disco está ese impulso de resistencia frente al pesimismo social. Musicalmente hay abundancia de voces en formato de coro, guitarras eléctricas y acústicas entrelazadas, teclados quebradizos y estructuras que recuerdan tanto al art-rock como al americana. Temas como “Out in the Dark” y “Stray Cats in Spain” son una muestra de la diversidad que ofrece el trabajo.

Para Tweedy, este álbum funciona como una declaración tardía pero firme. El artista, que desde finales de los años 80 ha transitado del alt-country al rock experimental y del folk al pop cerebral, vuelve a desplegar su capacidad para reinventarse. El título -nacido de una imagen vaga de crepúsculo y decadencia- apunta también al deseo de mostrar su propia luz en un momento que él siente sombrío. El formato triple, cada vez más raro en la era del streaming, refuerza esa sensación de abundancia creativa y de voluntad de detenerse, de profundizar.

Si bien cada oyente lo encarará de manera distinta, las notas de promoción del nuevo disco sugieren que este álbum es tanto un refugio como un campo de batalla: refugio para quien busca voz, seguridad, una complicidad y batalla para no sucumbir al ruido social que impera. La elección de incluir a sus hijos como músicos, junto a amigos de Chicago, refuerza la idea de un trabajo colectivo. Y la multitud de canciones invita a recorrer paisajes musicales variados.


(Kieran Frost/Redferns/Getty)

Daniel Avery

En “Tremor”, su nuevo disco, Avery ha reunido a un inspirador elenco de colaboradores entre los que se encuentran Alison Mosshart (The Kills), Walter Schreifels (Quicksand / Rival Schools), bdrmm, Julie Dawson (NewDad), yeule, Ellie, Art School Girlfriend, yunè pinku y Cecile Believe. Cada artista deja su huella indeleble, pero el verdadero poder del disco reside en el espíritu comunitario que lo sustenta. Canalizando cada rincón de su sonido, “Tremor” es una obra audaz y envolvente que transita por el shoegaze, el techno, los paisajes sonoros ambientales y por un espíritu industrial. Sigue siendo inconfundiblemente Avery, aunque ha evolucionado, y a su vez presenta un viaje inmersivo y expansivo.