7K - zazpika astekaria
PSICOLOGÍA

Inabarcable

(Getty Images)

A veces, las cosas no salen como querríamos y, en ciertas épocas, muchas veces. Y, cuando intentamos revisar por qué, qué ha pasado, dónde ha fallado la previsión, empezamos a investigar, indagar y buscar entre los cascotes de nuestras expectativas e intentos detrás de las explicaciones. En nuestra mente, cuando echamos la vista atrás, vemos que hemos procedido siguiendo las leyes que hemos aprendido en cuanto a la causa y el efecto de nuestras acciones, nuestra capacidad de impacto y lo que creemos que es la vida en general, y de ahí planificamos y esperamos que dichos planes tuvieran su efecto, que sirvieran en la realidad igual que servían en nuestra imaginación cuando seguimos esos pasos aprendidos.

En ese sentido, si, por ejemplo, nos han rechazado al iniciar una relación, a pesar de haberlo hecho lo mejor que hemos podido, a pesar de haberle dado todas las vueltas para acertar o de habernos empeñado en evitar repetir los mismos errores que en el pasado, las personas acostumbradas a pensar y buscar una explicación, lógicamente tratarán de incluir el resultado (haber sido rechazado) con el razonamiento previo, con los intentos previos. Será algo así como hacerle sitio a un resultado inesperado, pero dentro del mismo razonamiento o planificación que trataba de evitarlo. «Si me han rechazado cuando he seguido todos los pasos que creía que iban a funcionar, significa que algo he hecho mal en ese procedimiento». Un razonamiento tan aparentemente lógico como ese incurre en un error garrafal y es que toda la realidad de lo que haya pasado cabe o está incluida de facto en ese “procedimiento”, y que, si movemos fichas de lugar, acciones, conductas, haremos “funcionar” la cosa y obtendremos el resultado deseado. Desde aquí es fácil sentirse culpable, insuficiente, prescindible o impotente. Sensaciones lógicas si pensamos en que, efectivamente, podemos transformar el mundo de los otros a nuestra voluntad, haciéndoles reaccionar según nuestros deseos “si lo hacemos bien”.

Y es que, hacerlo bien, hacer que las cosas nos funcionen con los demás no tiene como resultado cambiarles a voluntad o hacerles reaccionar. Ser suficientes no es sinónimo tampoco de ser omnipotentes, o que la otra persona se vaya no implica ser prescindibles. Simplemente, nuestras acciones mentales o físicas no abarcan toda la realidad, pensarlo o imaginarlo no implica poder hacer que eso se materialice. Cuando afrontamos una situación desafiante con otras personas, hay cosas en las que no llegamos a pensar porque están más allá de nosotros, de nosotras; o hay realidades en el otro cuyo peso y gravedad desconocemos, cuya influencia en su sentir nos es ajena.

Entonces, más vale incluir en nuestros planes y planificaciones, en nuestras creencias y fantasías de las que surgen nuestros procedimientos, que no somos el centro del mundo, que la realidad tiene maneras que nos sorprenderán porque es más grande que nuestra mente.