MAY. 31 2015 VIETNAM 40 AÑOS DESPUÉS El nuevo tigre de Asia Cuarenta años después del final de la Guerra de Vietnam, la más larga de la historia americana y su más serio fracaso, el país asiático mira hacia el futuro. No todas las batallas están ganadas, pero su deseo de vivir en paz, el de construir para la paz, es un derecho alcanzado. Kyra Núñez {{^data.noClicksRemaining}} To read this article sign up for free or subscribe Already registered or subscribed? Sign in SIGN UP TO READ {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} You have run out of clicks Subscribe {{/data.noClicksRemaining}} Cuatro décadas después de la denominada “Guerra americana”, Vietnam ha emergido como el nuevo tigre de Asia. Ni los más dramáticos bombardeos del B52 sobre Hanoi ni los letales exfoliantes rociados sobre los pueblos vietnamitas del centro y sur impidieron que el ejército del Viet Minh y la guerrilla del Viet Cong, en la “Campaña Ho Chi Minh” de abril de 1975, liberaran Quang Ngai, Bienh Phuoc, Hué, Danang..., prosiguiendo su marcha hasta tomar Saigón el día 14. El mundo festejó la bandera que ondeó en el Palacio Presidencial anunciando, el 30 de abril, la reunificación nacional y la victoria militar contra los estadounidenses.La «más brutal de las guerras» había terminado. La pionera de las revoluciones de primavera le costó al país no menos de 5 millones de muertes, la secuela genética del napalm con el Agente Naranja en otros 3 millones de vietnamitas, el éxodo de un millón de personas al extranjero y el desplazamiento de millares.¿Qué es lo interesante de este cuadragésimo aniversario de la liberación del sur? Para mí, la postura “políticamente correcta” con que se trata a Estados Unidos. La normalización de las relaciones diplomáticas entre Hanoi y Washington en 1995 dio otro giro a la historia nacional. Recuerdo, sorprendida, que en un libro de historia la guerra contra América era explicada en una frase de doce líneas. En el Vietnam de hoy, pocos dicen directamente: «derrotamos al ejército estadounidense»; la fórmula es: celebremos la reunificación.Cuarenta años después de la victoria, Vietnam es el ave Fénix, además del centro más floreciente del progreso. Un crecimiento económico que no para: este primer trimestre de 2015 se situó en el 6,5% y a final de año se espera superar la cifra de más de 7.800 millones dólares obtenidos del turismo el año anterior.La victoria de la primavera. Ya en tiempo real, el rítmico sonido de los motores del avión de Vietnam Airlines que se prepara para aterrizar en Ciudad Ho Chi Minh (antiguo Saigón) me hace pensar en la irreprimible marcha del pueblo vietnamita que hoy se presenta como virtual tarjeta postal en el 40 aniversario de la reunificación nacional. En el vuelo de París a Ciudad Ho Chi Minh no hay asiento libre; mi compañera de viaje es una jovencita del país vestida a la última moda, incluyendo cuatro aretes en su oreja izquierda, pestañas postizas y piel de porcelana, que agradece modesta los elogios. La mayoría de los pasajeros somos extranjeros, según confirmo al aterrizar.En la vida actual vietnamita, la de los iPhone, tabletas y laptops, que mecánicamente usa casi todo el mundo, sobre todo en las zonas urbanas, sorprende aún, como a fines de los años setenta sorprendía, escuchar en altavoces colocados en las intersecciones viales los programas de noticias y de música revolucionaria, aunque la atención dure el tiempo del semáforo en rojo que detiene el tráfico infernal de vehículos –ôto, xedap, xe clo, xe tai, y millones de xe gan may (motocicletas)–. Como hace cuatro décadas, los altavoces trasmiten lo que el Partido Comunista o los líderes de la nación quieren decir al pueblo vietnamita. Este mes de abril de 2015 lo que se está escuchando es celebratorio: cuarenta años del triunfo de la guerra contra los estadounidenses. Cuarenta años de la reunificación del país. Setenta años de la independencia nacional.Vietnam entró el 1 de abril en modo festivo. El rojo abunda tanto como las consignas en grandes paneles que llaman al progreso nacional, a la paz. Películas, documentales televisivos con supervivientes de la guerra; programas musicales, como el de los veteranos de la guerra de Vietnam, y hasta el Thang Long (Teatro de las Marionetas de Agua) recuerdan la hazaña de 1975, aunque los jóvenes de hoy tengan otras prioridades: los graduados universitarios en visita al Templo de la Literatura, en Hanoi, considerada la primera universidad nacional, quieren un buen trabajo, dinero para comprarse un coche, viajar…De nombres harto impronunciables, hoy se dicen Juan por Hoang, Ignacio por Nguyen, Poncho por Phuong… y Lucías, Alicias y Kellys ¡hay un montón! «En efecto –dice Hoa–, la ‘Guerra americana’ impactó a todos, pero lo que se requiere ahora, en todas partes, es aproximarse a los estándares internacionales de respeto a los pueblos y a las soberanías de las naciones». Hoan, por su parte, añade que el aniversario del triunfo contra los estadounidenses es bueno «porque estimula el orgullo del país» y espera que los turistas comprendan su cultura y por qué quieren a su nación. Tam añade que él desea que todo vaya mejor, no solamente para él sino para todo el pueblo vietnamita. «Ah, sí –interpela la primera–, mis abuelos sufrieron mucho, por eso es bueno que el país sea rico». Los jóvenes no se anclan en la “Guerra americana”. Es el caso de Trinh, que acaba de comprar un libro de Donald Trump en la Feria del Libro de Hanoi, porque admira «sus habilidades financieras».Viejos o jóvenes, han sabido sacarle provecho al sufrimiento. Los bombazos de hoy son del turismo, con su derrama económica constante; y también de las inversiones extranjeras, que el año pasado pusieron al país como el primer receptor de Inversiones Extranjeras Directas (FDI por sus siglas en inglés), que alcanzaron 3.000 millones de dólares en 2014.Ciudad Ho Chi Minh se muestra a propios y extraños al desnudo: sus túneles, como el de Cu Chi; las casas cuyos subsuelos abrían hacia el laberinto de refugios, el mismo Palacio Presidencial de donde partieron en acelerado repliegue los helicópteros llevando a funcionarios del régimen depuesto...; pero también, el Hotel Rex, donde soldados del ejército estadounidense y los corresponsales de guerra se animaban con el disfrute de mujeres bellas, muchas resultaron militantes del Ejército de Cabellos Largos, parte de la guerrilla del Viet Cong.Cuatro décadas diferentes. No es la primera vez que regreso a Vietnam, donde viví los tres últimos años de la década de los setenta (mi primer hogar fue en el hotel Thong Nhat en Hanoi, cuyo refugio antiaéreo fue probado por pacifistas como Joan Baez y otros solidarios del Viet Cong y opositores a la cruenta guerra; hoy es un hotel de cinco estrellas, el Metropole, y su refugio es un museo). Fueron años de carestía, se vivía con abastos de cupones y el único supermercado, frente al lago Hoa Kiem, no tenía sino estantes semivacíos con algunos productos soviéticos y, eso sí, mucha propaganda cívica (hoy es la Plaza Trang Tien, donde, frente a los ventanales de Dior, los novios se toman la foto de su enlace matrimonial). En los años ochenta no se vio mucho progreso, y no era para menos: en un país que acababa de salir de una guerra atroz, en el que los supervivientes, que emergieron de auténticas pesadillas, tuvieron que enfrentarse a la reintegración en una sociedad en paz con las secuelas –físicas y psicológicas– del sufrimiento; en el que la amenaza de la invasión china se sintió real cuando sus países vecinos, Laos y Kampuchea, vivían guerras civiles; y en el que el gobierno nacional no tenía ni un dong (moneda nacional) para programas de desarrollo económico... En un país así, la situación era comprensible.A principios de los noventa, Vietnam salió de su aislamiento internacional gracias a los primeros resultados de la decisión radical del Congreso Comunista de 1986, innovadora para un país socialista: el programa nacional Doi Moi (Renovación), la apertura económica al mundo que vivía al ritmo de la globalización. Aprendieron de lecciones externas. El Doi Moi se rigió por el fundamento de darle al pueblo la oportunidad de beneficiarse directamente de los programas económicos globalizadores.Para el nuevo milenio, Vietnam ya es una economía emergente con crecimiento de doble dígito y un ingreso per capita de 1.998 dólares mensuales. De la noche a la mañana, las inversiones se dispararon, algunas incluso provenientes de los vietnamitas que huyeron durante la guerra y de los que se expatriaron «por el temor –me dijeron en 1997– a que los comunistas los aniquilaran en centros de reeducación». La cuestión es que las grandes ciudades de Hanoi, Saigón, Danang, Hai Phong y Can Tho comenzaron una fabulosa transformación urbana, y con esta y los programas de empleo extensivos a las 58 provincias, se embarcaron en la propuesta de Vietnam como destino de capitales y de turismo, abriéndose al ingreso del empresariado, sobre todo en el ramo de las telecomunicaciones y del sector hotelero de lujo. Sus numerosos acuerdos de libre comercio engordan al nuevo tigre económico.Hoy, el vietnamita es un pueblo que progresa a un ritmo endiablado, como se observa en Hanoi y en Ciudad Ho Chi Minh. A pesar de ello, aún existen vendedoras agrícolas en las calles ofreciendo productos del día, como vegetales y frutas recogidos en las madrugadas en sus parcelas, para completar el ingreso familiar que les permita enviar a sus hijos a la universidad; y todavía es posible darse el lujo de un corte de pelo en plena calle. Estas son ciudades donde la gente se occidentaliza a un ritmo desenfrenado; incluso en la religión se puede ver esta evolución: el Domingo de Ramos, la catedral San José estuvo repleta de fieles y la procesión de los chiquillos del catequismo fue la más larga; comunistas como son, el ochenta por ciento de la gente no profesa religión, pero se mantiene el budismo con el 9,3 por ciento y el catolicismo ha subido al 6,7 por ciento.Vietnam es un hervidero de actividad comercial, donde el ingenio individual para mejorar el día a día, tanto personal como familiar, no tiene límite. ¿Tendrá que ver con el hecho de que la tasa de alfabetismo de la población es del 92,3 por ciento? Lo cierto es que la política del Doi Moi disparó el empleo informal, y hoy, tanto en Hanoi como en Ciudad Ho Chi Minh no hay casa cuyo frente no sea una tiendita, sobre todo en los viejos centros urbanos, pues en los alrededores lo que prima son los grandes malls y galerías con productos ad infinitum.Los Héroes de ayer y de hoy. Vietnam tiene récord bélico. De la guerra de independencia que acabó con la Cochinchina de Francia, pasando por Japón, y la cruenta guerra de Estados Unidos (¿quién puede olvidar la masacre de My Lai?), bien puede decirse que dos tercios de la historia nacional reciente ha sido bañada en sangre; y se dice que, por ello, en cada corazón vietnamita hay un insaciable amor a la paz y a la felicidad. Parece que a eso se dedican hoy. Es una sociedad hiperactiva de jóvenes que empujan hacia el futuro. El pasado… pasado es. No se dedican a echar leña al fuego para alimentar resentimientos contra invasores aún frescos en la memoria colectiva de los padres y abuelos supervivientes y vencedores de las guerras del siglo anterior; adoptan lo que Occidente les trae, ya sea en materia de educación o hábitos de consumo.Por eso y más, resulta atractivo regresar al país del Tío Ho, el Presidente Ho Chi Minh, respetuosamente visitado en su Mausoleo en la Plaza de la Paz, donde ondean majestuosas las banderas rojas con la estrella amarilla del país socialista y la comunista de la hoz y el martillo; donde no muy lejos permanece la colosal estatua de Vi Le-Nin (Vladimir Ilich Lenin) en su parque epónimo.Imposible no traer al recuerdo a otros héroes inmortales: Las hermanas Trang, que repelieron la invasión china; luego, en el modernismo, el General Vo Nguyen Giap, el estratega del triunfo de Dien Bien Phu contra los franceses y jefe militar de la guerrilla del Viet Cong (murió con 102 años, en 2013); la generala Nguyen Thi Dinh, la diplomática de los Acuerdos de París de 1954; el Ejército de los Cabellos Largos; el Primer Ministro Pham Van Dong, que culminó el Mapa de la Determinación que hizo posible el triunfo de abril de 1975, hoy llamada Victoria de la Primavera...Eran, hace cuatro décadas, soldados, del ejército y de la guerrilla, de cuerpos de viento, de sandalias de plástico, de armas caseras y rusas, de ropa color oscuro para camuflaje en la naturaleza, quienes se enfrentaron al conocido como el más poderoso de los ejércitos del mundo moderno, el estadounidense, el de los hombres enormes, de botas de cuero, de uniformes con diseños de hojas, de cascos protectores, de armas sofisticadas como el napalm y el Agente Naranja… La llamada “Guerra americana” es etiquetada como «la más brutal de todas las guerras» y la ganaron los vietnamitas en un esfuerzo epopéyico.Hay también artefactos heroicos que en el Museo de Historia Militar atizan la imaginación: el MIG 21 F96-5121, que, pilotado por Pham Tuan, de la fuerza aérea comunista, derribó nada menos que un “castillo flotante”, como se conocía a los B52 de la fuerza aérea estadounidense, en las navidades de 1972 en ataque contra Hanoi; o el tanque T54B de la brigada 843, el mismísimo que irrumpió en al Palacio Presidencial de Saigón aquel abril de 1975 y acabó con la última guarida del régimen de Diem. Concurridos igualmente son los mercados de pulgas que venden remanentes de la “Guerra americana”, desde una radio portátil hasta encendedores Zippo, con los que prendían fuego a los cultivos y bosques para hacer salir a los guerrilleros de sus escondites, y tanto más. En Café Cong (Café Comunista), la juventud se reúne para mostrarse con las novedades electrónicas mientras beben ya no el té verde de antaño, sino café a la moda; por algo el país es el mayor productor y exportador del grano negro en el sudeste asiático. Lo curioso es el servicio en tazas, platos y cubiertos de metal, exactamente como lo usaba hace cuarenta años el ejército comunista.Guerras por ganar. ¿Cómo no sorprenderse de que en este país socialista de partido único, el comunista, las grandes marcas acaparen el sueño de muchos consumidores? ¿Cómo cuestionar el interés por el idioma inglés, cuando es el lenguaje sin pasaporte del mundo de los jóvenes, o cuestionar la decisión de una madre de enviar a sus hijos a universidades europeas?Lo que nos queda de este regreso a Vietnam es la realidad de que, por ejemplo, en 1993 la pobreza en una población de casi 70 millones alcanzaba al 64 por ciento de la población, mientras que en 2008, con 85 millones de habitantes, cayó al 17 por ciento (Banco Mundial). El bienestar se presume general porque es evidente la mejoría en la calidad de la vida, incluso la rural y artesanal. Además, la gente siempre está afanosa.¿País ideal? Vietnam aún tiene guerras por ganar. La elevada contaminación ambiental en las grandes ciudades, que ensombrece el desarrollo urbano con una capa de polución que oculta los rascacielos de los grandes corporativos asiáticos; el aumento en el tráfico sexual de mujeres y niñas y en la violencia doméstica; el ciberterrorismo y apertura total a la informática, escasez de agua, alcoholismo; el aumento de accidentes de tráfico, la falta de estructuras jurídicas fuertes en materia laboral, la libre sindicalización y muchas instituciones débiles, la igualdad de género y, sobre todo, ganar la guerra contra la corrupción rampante de la que tanto se habla.En palabras de Kellie, «El significado de este cuadragésimo aniversario va dirigido especialmente a mi generación de jóvenes. No hay más guerra. Tenemos las mejores oportunidades para estudiar y desarrollar nuestro país. Con un país más grande, pienso que seremos más fuertes que cuando había, como hace cuarenta años, dos países, dos gobiernos. Sin embargo, también vemos el lado oscuro. Un espacio más grande, más y diferentes grupos, otras formas de pensar, este es el reto de nuestro gobierno actual: equilibrio para todo y encontrar el modelo más efectivo para desarrollar nuestro Vietnam».