NOV. 29 2015 CINE «El ataúd de cristal» MIKEL INSAUSTI {{^data.noClicksRemaining}} To read this article sign up for free or subscribe Already registered or subscribed? Sign in SIGN UP TO READ {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} You have run out of clicks Subscribe {{/data.noClicksRemaining}} Basque Films es la productora que está detrás del thriller “El ataúd de cristal”, puesta de largo del hasta ahora cortometrajista Haritz Zubillaga, nacido en Bilbo en el año 1977. Rodada entre agosto y setiembre de este año, es una de las películas de las que más se está hablando de cara a los estrenos de 2016, porque pertenece al género fantástico de repercusión internacional y presenta un argumento extremo que supone un auténtico reto creativo para su autor. Zubillaga se autoimpone la limitación escénica del interior de una gran limusina, ya que todo el metraje transcurre por entero dentro de dicho vehículo, con un único personaje, representado por la actriz canaria Paola Bontempi, que, tras haber trabajado antes en un corto del mismo cineasta, se convierte en su musa predilecta. La película no se ha rodado en una limusina real, sino que se construyó un decorado en el edificio Beta de Zorrozaurre. Con piezas de distintos coches, se hizo del interior del vehículo un lugar más amplio y abierto por uno de sus extremos, lo que permitía movimientos de cámara más arriesgados, incluido un largo y espectacular travelling. Eso a nivel técnico, porque en cuanto a su significado como espacio simbólico, la limusina adquiere una dimensión onírica, sin dejar de ser un objeto real. Es la otra gran protagonista de la historia y, en cierta medida, posee vida propia, casi como una catedral de la modernidad en la que se rinde culto a la fama y el dinero. Para moverse en el fastuoso y deslumbrante decorado, ha sido muy importante el trabajo del director de fotografía Jon D. Domínguez, colaborador habitual de Nacho Vigalondo o Borja Cobeaga, y que aquí juega con la luz artificial al máximo. Ha estado metido en ese ataúd de cristal durante un total de seis semanas de grabación, en las que se ha seguido el orden cronológico que marcaba la historia, a fin de que la solitaria actuación de Paola Bontempi se dejase guiar por el curso de los acontecimientos. Haritz Zubillaga ha vuelto a colaborar con su guionista Aitor Eneriz escribiendo juntos el argumento, seguido muy meticulosamente en el plan de rodaje gracias al «story-board» dibujado plano a plano por Ander Sarabia. En el Festival de Sitges se presentó un teaser que ya avanza el desarrollo de este thriller entre sicológico y terrorífico, que se refiere al encierro de una famosa actriz que es secuestrada en su propia limusina cuando se dirige a recoger un importante premio en su carrera. Ella pierde el control de la situación una vez que las puertas se cierran herméticamente, las lunas se tintan de oscuro y su móvil deja de funcionar. Una irreconocible voz modificada electrónicamente le irá dando las instrucciones que debe cumplir si desea salir con vida de semejante trance. El cineasta de Bilbo ya está acostumbrado a moverse en las distancias cortas, hasta el punto de que su estética visual se basa en gran medida en el plano corto. Esto se puede apreciar en sus dos anteriores trabajos: los multipremiados cortometrajes “Las horas muertas” (2007) y “She’s Lost Control” (2010). En el primero ya utilizaba una autocaravana como lugar reducido en el que cuatro personajes se veían sin escapatoria ante los disparos de un francotirador, lo que transformaba sus vacaciones en un baño de sangre. Y en el otro, rodado en inglés, Paola Bontempi se enfrentaba a un acosador por primera vez en el asiento trasero de un Mercedes. “El ataúd de cristal” pertenece de lleno a la tradición claustrofóbica iniciada por Antonio Mercero con “La cabina” (1972), que inspiró a su vez “Última llamada” (2002), de Joel Schumacher; si bien la idea de encierro llegó a su techo con “Buried” (2010), de Rodrigo Cortés, quien introdujo la idea del ataúd. La combinación de hermetismo con la actriz famosa atrapada ya está presente en la reciente “El cadáver de Anna Fritz” (2015), ópera prima de Héctor Hernández Vicens.