7K - zazpika astekaria
CINE

«Demolition»


El cineasta québécois Jean-Marc Vallée presentó su última película en la sesión inaugural del festival de Toronto, que en los últimos tiempos sirve de termómetro para empezar a tener en cuenta o descartar los títulos que se postulan para los Oscar y demás premios anuales. La reacción que provocó “Demolition” fue fría, pero la interpretación principal de Jake Gyllenhaal recibió elogios unánimes, con lo que las recompensas podrían llegar por ese lado. A decir verdad, todo el trabajo que Vallée ha desarrollado en Hollywood se sustenta en la dirección interpretativa, obteniendo muy buenos resultados con Matthew McConaughey y Jared Leto en “Dallas Buyers Club” (2013), con Reese Witherspoon en “Alma salvaje” (2014), con el mencionado Jake Gyllenhaal en “Demolition” (2015) y, a buen seguro, con Amy Adams en su próximo proyecto de biopic sobre la mítica cantante Janis Joplin. Hay que recordar que las tres estatuillas doradas que se llevó “Dallas Buyers Club” fueron para el Mejor Actor, Mejor Actor Secundario y Maquillaje, reconociendo así que ese, y no otro, era el aspecto más importante, debido que tanto Matthew McCoanughey como Jared Leto se apoyaban en la buena labor de maquillaje que permitía la transformación física de sus personajes.

También le toca a Jake Gyllenhaal representar una transformación, pero que en este caso es pura y enteramente interior. El profundo cambio por el que atraviesa el protagonista masculino en los cien minutos que dura el largometraje resume la propia ambición del proyecto, porque “Demolition” quiere ser a escala individual un reflejo de la crisis actual. Se trata de estudiar la capacidad humana para reinventarse, para resurgir de las cenizas cual el ave fénix. El mensaje a fin de cuentas es el de que todavía estamos a tiempo de reaccionar, de reconstruir este mundo abocado a la extinción. Pero para eso, hace falta derribar de una vez por todas todo aquello cuanto amenaza ruina, y una vez demolido volverlo a levantar.

Y ahí está la metáfora más fuerte de la película, cuando este hombre, aparentemente desahuciado, se propone hacer obras en su casa, cogiendo un mazo para tirar abajo las viejas paredes, con el ánimo de llevar a cabo una reforma integral de su hogar y de su vida. Claro que el impulso necesario no lo encuentra en sí mismo, sino que le llega del exterior, de una nueva relación totalmente casual. Este exitoso y joven banquero entró en una gran depresión cuando perdió a su mujer (Heather Lind) en un accidente de tráfico, quedando al cuidado de su hijo adolescente (Judá Lewis), bajo la presión de su suegro (Chris Cooper). Hasta que un día, estando en el hospital, no le sale en la máquina expendedora de dulces el producto que desea, y decide escribir una carta de reclamación a la empresa responsable para liberar su dolor por la pérdida. En la portavoz del servicio de atención al cliente encontrará a una mujer (Naomi Watts) que le escucha y se preocupa por sus problemas.

Lo que tal vez no convenció de “Demolition” en Toronto fue su tono desdramatizador, que obliga a Jake Gyllenhaal a utilizar un estilo caricaturesco. Siempre que un tema dramático, como la crisis de la mediana edad, es llevado al terreno de la comedia surgen desajustes. Pero el guion de Bryan Sipe, rescatado de la Black List anual, impregna las situaciones aparentemente más desesperanzadas de un humor negro, aprobado por John Malkovich desde la producción. La fotografía del habitual Yves Bélanger también va de la oscuridad a la luz, a fin de indicar que “Demolition” es una historia de superación personal. La banda sonora se compone asimismo de canciones que van del pasado al presente, yendo desde el dúo setentero Heart a los más recientes My Morning Jacket, pasando por los 80 del grupo No Doubt de Gwen Stefani, que además de cantante también ha sido actriz de cine.