JUL. 03 2016 el mito que trascendió al ring Muhammad Ali, el más grande y el más fotografiado Last update: JUL. 04 2016 - 12:24h Miren Sáenz {{^data.noClicksRemaining}} To read this article sign up for free or subscribe Already registered or subscribed? Sign in SIGN UP TO READ {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} You have run out of clicks Subscribe {{/data.noClicksRemaining}} Pocos deportistas han tenido la trascendencia de Muhammad Ali. El boxeador, que se autodefinió como el más grande y convenció al mundo de que lo era, falleció hace justo un mes a la edad de 74 años. Convertido en leyenda durante gran parte de una vida en la que hubo sitio para casi todo –desde la gloria a la enfermedad, pasando por la defensa de los derechos civiles e incluso la cárcel tras negarse a ir a Vietnam–, Ali –nacido Classius Clay, un nombre que rechazó porque «es un nombre de esclavo»– era todo un personaje. En el imaginario popular quedarán para siempre sus célebres y repetidas frases, ligadas a sus ideas, y las secuencias del hombre que «flotaba como una mariposa y pegaba como una avispa» no solo en el ring también en sus inolvidables comparecencias públicas. A Ali le dedicaron desde relojes hasta coches de lujo y, por supuesto, calles y canciones, pero sobre todo le han escrito libros. Su bibliografía es extensa y entre las joyas destacan por su contenido y sus precios las editadas por Taschen: "GOAT" y "Greatest of all Time". En “GOAT”, edición de coleccionista limitada a 9.000 ejemplares, cada uno de ellos está firmado por el propio Ali y por Jeff Koons, el creador de Puppy, que incluye una de sus litografías. Son 792 páginas, cuesta 4.000 euros y salió envuelta en la «exquisitez» que se le supone a una obra de ese coste. Cuidaron las formas –encuadernación y papel de lujo– y el fondo –además de colaborar personalmente el protagonista, lo hicieron sus biógrafos, expertos y periodistas deportivos. Más de 3.000 imágenes, algunas inéditas, de 150 fotógrafos y artistas; y 600.000 palabras se imprimieron en un volumen que pesa 34 kilos. No es de extrañar que el "Der Spiegel" lo calificara «como un monumento al papel: el libro más megalómano en la historia de la civilización, el más grande, el más pesado, la cosa más radiante jamás impresa: la última victoria de Ali». "Greatest of all Time" ha bajado de los 99,99 euros a 49,99, y alcanza las 652 páginas. Contiene las famosas entrevistas que no dejaban indiferente a nadie, junto a ensayos y las fotografías que convirtieron a Ali en un icono. Esta es una pequeña muestra. Como se puede leer en su camiseta, en el Fifth Street Gym, el gimnasio donde entrenaba a las órdenes de Angelo Dundee. Tras dejar atrás su etapa amateur, se trasladó a Miami donde se preparó para el profesionalismo en el recinto de los hermanos Dundee. La fotografía es de 1961, aunque todavía hoy el Fifth Street Gym –del que han salido otros grandes púgiles, algunos incluso rivales del mito como Sonny Liston– sigue proclamando que es el gimnasio «más famoso del mundo». En 1993, el viejo edificio que lo albergaba fue demolido pero en 2009 Angelo Dundee logró reabrirlo. «Odié cada minuto de entrenamiento, pero me decía ‘no te rindas. Sufre ahora y vive el resto de tu vida como un campeón’», reconocía Ali. Fue Angelo el que hablaba maravillas del poder de recuperación de su pupilo, que también en el ring demostró tener un estilo propio. Provocador en el cuadrilátero, pero también en sus comparecencias ante los medios, su entrenador decía de él que estudiaba a sus contrincantes previamente antes de lanzar sus dardos. Fotografía: Flip Schulke, «Goat / Taschen» El segundo enfrentamiento entre Ali y Sonny Liston por el título de los pesos pesados, fechado el 25 de mayo de 1965, pasa por ser uno de los combates más controvertidos de la historia del boxeo y todavía es el menos concurrido en una pelea por el cetro mundial. Solo 2.434 espectadores pudieron asistir en directo en el pequeño auditorio de St. Dominic's Hall de Lewiston (Maine) a un combate que duró dos minutos y 8 segundos y se ha estudiado al minuto. Allí nació el «golpe fantasma», el puñetazo que tumbó a Liston que ni gran parte del público ni el propio Liston vieron venir, mientras el todavía Clay clamaba: «¡Levántate y pelea cabrón!», antes de que le dieran como vencedor. Fotografía: Howard L. Bingham, «Taschen» Estas dos imágenes están captadas por Howard L. Bingham, el principal biógrafo de Ali, que le hizo la fotografía de la izquierda en 1962 cuando todavía era Cassius Clay, aunque ya había abandonado su etapa amateur tras proclamarse campeón olímpico en los Juegos de Roma’1960. Nació entonces una amistad entre ellos que duró hasta la muerte de Ali. Bingham captó al mito durante 40 años. Debajo lo fotografió en Lousville en 1963, rodeado de su gente a los que saluda desde su Cadillac. El primero que tuvo era de color rosa. Fotografía: Howard L. Bingham, «Taschen» El Ali saeteado de la imagen de al lado sirvió de portada a la revista “Esquire” para su número de abril de 1968. La idea fue de George Lois, al que se le ocurrió retratarle como un mártir porque después de que el púgil se negara a ir a la guerra del Vietnam le querían quitar los títulos. Cuando el publicista le comentó su idea de convertirle en un San Sebastián, Ali le recordó que era musulmán y que representar a un santo cristiano le iba a dar motivos a la gente para acribillarle de verdad. Le convencieron, y aunque colocarle las flechas no resultó nada fácil, el mito, vestido con su habitual calzón blanco, aguantó los inconvenientes estoicamente mientras el fotógrafo Carl Fisher disparaba su cámara. El también realizador Neil Leifer captó en la fotografía de arriba la victoria de Ali sobre Cleveland Williams durante la pelea por el título mundial el 14 de noviembre de 1966 en el estadio Astrodome de Houston (Texas). La expectación y el seguimiento de los medios de comunicación no se limitó a su faceta deportiva. Ali se convirtió en una celebridad que sobrepasó al boxeo. Sus opiniones sobre política y religión; su lucha contra el racismo y su enorme personalidad hicieron el resto. Fotografía: Carl Fisher y Neil Leifer «Goat / Taschen»