DEC. 04 2016 PANORAMIKA Percepción IKER FIDALGO ALDAY {{^data.noClicksRemaining}} To read this article sign up for free or subscribe Already registered or subscribed? Sign in SIGN UP TO READ {{/data.noClicksRemaining}} {{#data.noClicksRemaining}} You have run out of clicks Subscribe {{/data.noClicksRemaining}} Vivimos en un mundo eminentemente visual. Aunque la relevancia de lo textual sigue siendo inapelable, nuestra sociedad se construye en base a la creación y difusión de la imagen. En su “Introducción a la Cultura Visual” (Paidós, 2003) el teórico Nicholas Mirzoeff insistía en la concepción social de lo visible como sinónimo de fiable. Vivimos en compañía de la presencia de pantallas que rodean nuestra rutina e incluso asumimos tecnologías que permiten ver lo que no se puede ver a simple vista (rayos X, Gps). Todo este planteamiento lanza indicadores sobre la manera de entender y construir nuestro mundo y busca un lugar desde el que abordar el término, a medio camino entre lo académico y lo cotidiano. Pero allí donde los sentidos se apoltronan y acomodan, el arte es capaz de insistir en otros espectros de lo perceptivo para encontrar y trabajar otros rangos de sensibilidad. Ejemplo de este postulado es la propuesta que el Guggenheim de Bilbo inició el pasado setiembre al programar en la sala Film & Video la obra “Suspiro (Sigh)”, de Sam Taylor-Johnson (Inglaterra, 1967). Una de las videoartistas que formó parte de la generación Young British Artist, y conocida por el gran público por sus trabajos como directora de cine comercial, está hasta el 11 de este mes de diciembre con una instalación multipantalla donde la disociación de la imagen y el sonido se erige como columna vertebral de la pieza. Hasta ocho proyecciones presentan las diferentes secciones de la Orquesta de Concierto de la BBC, interpretando una composición musical creada para la ocasión. Lo llamativo es que, a pesar de la perfecta ejecución gestual, ningún componente porta su instrumento, creando así una teatralización del propio acto ejecutor mientras la banda sonora discurre acorde a los movimientos. Tras este sencillo planteamiento se esconden complejas cuestiones respecto al papel de la gestualidad, la capacidad de los cuerpos de crear desde su individualidad (instrumento) y la acción colectiva (orquesta). La vulnerabilidad flota como una extraña sensación en cada una de las caras, cuyo aspecto concentrado se mantiene fiel a la disciplina que requiere la interpretación musical. Por otro lado Nader Koochaki (Donostia, 1983) presenta en el caserío-museo Igartubeiti de Ezkio-Itsaso el archivo sonoro que compone su proyecto “Paisaje Dorsal (2009-2015)”. Hasta el 18 de este mes, las casi cien grabaciones de los cencerros de varios rebaños de ovejas del herrialde componen un paisaje sonoro en torno al pastoreo. En cada uno de los registros, las fichas en formato cuaderno de campo terminan de acotar la información de los rebaños así como la localización y las condiciones de grabación. Esta fase del proyecto ha venido precedida de otras etapas que, mediante diferentes formatos (publicación, exposición o taller), han ido conformando el proceso iniciado en el año 2008. La memoria y la identidad se componen de muchos elementos y el sonido suscita reacciones y evoca imágenes mentales que nos atacan desde lo más inconsciente. El delicado trabajo de Koochaki es, sin duda, una interesante propuesta que nos hace reflexionar en torno a la fragilidad de las formas de vida que componen nuestro imaginario cultural.